Kiko Amat nos cuenta 'Mi vida en películas'

¿Siempre quisiste ser como Tom Courtenay en La soledad del corredor de fondo? ¿Ocupan los discos de Dexy's Midnight Runners un lugar preferente en tu estantería? Entonces seguro que te suena el nombre de Kiko Amat (Barcelona, 1972), el escritor que disecciona la cultura pop en todas sus formas, bien en sus novelas como Rompepistas y Cosas que hacen ¡bum!, bien en ensayos como ese Mil violines que publica Mondadori. Tras las confesiones de David Bravo, Kiko se ha apartado por un momento de su web, Bendito atraso, y del blogzine La escuela moderna para contestar a nuestro cuestionario.

Tengo recuerdos infantiles de haber visto por la TV Teléfono rojo, ¿volamos hacia Moscú? y Traidor en el infierno, y encima están mezclados (hasta que me hice mayor no sabía que eran dos películas distintas). Esto no es para hacerme el guay: realmente las recuerdo de niño, y no debí entender ni jota. Aparte de éstas, por supuesto, recuerdo todos los Disney (especialmente La bruja novata), las primeras Regreso al Futuro, E. T., etc. Y cagarme de puro miedo con El baile de los vampiros, por la televisión también. Y Alien.

Mis catarsis han sido generalmente musicales o amicales. Pese a ver mucho cine, no podría decir que una película cambiara mi forma de pensar, aunque sí mi gusto o percepción de lo que es el cine. Asimismo, recuerdo emocionarme vivamente con Quadrophenia y (a ver si alguien recuerda esto) una película polaca que pasaron hacia 1987 por TVE, Yesterday (1985), sobre unos chicos fans de los Beatles, que era bastante kitchen sink. Me pregunto si era emocionante de veras o era yo, que tenía las hormonas revueltas y estaba sensiblón.

Me gustan El trompetista y los pedazos jazz de Mirando hacia atrás con ira (que no estaban en la novela), y en general cualquier película medio ambientada en el jazz del Soho 1950's y en el jazz americano. Me chifla Chantaje en Broadway, pero no solo por el Chico Hamilton Quartet, sino porque es un peliculón.

No me avergüenza confesar nada y llevo todo mi patetismo en la solapa. Dicho esto, que me gusten Top Secret o Agárralo como puedas lo veo más como minusvalía patriarcal y de cenutrio que algo que me llene de orgullo. Pero me gustan, qué coño le voy a hacer.

Me he dormido con inumerables películas, especialmente Bergman y Tarkovsky (jamás he logrado ver Solaris entera, es un ladrillazo). Con Godard no me duermo nunca, pero es porque la rabia y la irritación me reconcomen, no porque me guste lo más mínimo. Lo mismo con el cursi redomado de Rohmer y todos sus idiotas con jerséis en los hombros mirando al vacío.

Me pirran el american songbook de Cole Porter, Mercer, Gershwin, Hammersmith, Rodgers, también el bugui-bugui y el jazz de los 30's. Por tanto, cualquier banda sonora que toque estos géneros siempre me encanta (Balas sobre Broadway, por decir solo una). Otra gran banda sonora es, por supuesto, la de Topsy-Turvy, con todos los clássicos de Gilbert & Sullivan. Y otra BSO maravillosa es la de Gosford Park, con todas las canciones de Ivor Novello (que en el filme canta Jeremy Northam) como What a duke should be o And her mother came too. Ya no se hace pop así.

Me gustaba lo suyo David Mamet, especialmente State & Main (que no la pomposaTío Vania en la calle 42), pero me cisco en su estampa desde que va diciendo por el mundo que ahora es de derechas. Eso no quiere decir que vaya a dejar de revisionar State & Main. No soy tan bobo.