Las doulas de España se defienden: "No aconsejamos ni juzgamos, solo acompañamos"

Una doula (dcha.) habla con una futura madre.
Una doula (dcha.) habla con una futura madre.
DAVID BÉJAR
Una doula (dcha.) habla con una futura madre.

"No aconsejamos, no recomendamos, no juzgamos", aseguran las doulas, que, ante la acusación de intrusismo por parte del Consejo General de Enfermería, quieren dejar claro que no son personal sanitario. "Solo somos acompañantes" de las mujeres durante el embarazo, el parto y el postparto.

Así lo han manifestado este jueves representantes de estas "profesionales" no reconocidas en España, en una rueda de prensa, en la que han insistido en que su labor solo es "acompañar en la maternidad".

Ante la "alarma social infundada" creada por un reciente informe del Consejo de Enfermería, han querido salir al paso para ofrecer "una imagen real, que se ajuste al día a día" de sus funciones, ha explicado Beatriz Fernández, presidenta de la Asociación Española de Doulas.

Además de las acusaciones de "intrusismo" por realizar funciones que son competencia de las matronas y de "poner en riesgo la salud de las madres y los bebés", el estudio de la Enfermería alertaba de que las doulas llegan incluso a fomentar el canibalismo al aconsejar a las mujeres comerse su propia placenta.

Como colectivo, han asegurado, no se manifiestan ni a favor ni en contra de esta práctica. "No es una decisión nuestra, sino de la mujer", ha asegurado Beatriz Fernández.

No obstante, la presidenta de la Asociación Red Circular de Doulas, Francisca Muñoz, ha explicado que no existe evidencia científica sobre los beneficios de ingerir placenta, solo estudios en fase "temprana" a los que remiten a las mujeres que muestran interés.

También rechazan que ofrezcan información sanitaria a las embarazadas. Solo las "remiten" a fuentes avaladas, como las web del Ministerio de Sanidad o de la Organización Mundial de la Salud, entidad que avala los beneficios de sus prácticas.

Las doulas han solicitado formalmente al Consejo enfermero que retire el informe y que rectifique, sin haber obtenido respuesta, y también han presentado una queja formal ante el Defensor del Pueblo.

Se reservan del derecho de emprender acciones legales

A la espera de que la situación "se encauce", aun no han decidido otras medidas a adoptar para proteger el "honor" de la profesión, pero se reservan el derecho a emprender acciones legales.

No se sabe cuantas duolas actúan en España, aunque las diferentes asociaciones tienen registradas a unas 300.

Insisten en que quieren que se reconozca su profesión, algo que en Europa solo ocurre en Polonia. Como dice Francisca Muñoz: "Somos legales desde el momento que existimos".

Y ya están trabajando en ello. "Estamos preparándonos para pedir una regularización", ha asegurado Fernández. Mientras tanto, su objetivo es lograr una estandarización de los contenidos de la formación que imparten los centros privados, así como un único código ético y un comité de buenas prácticas.

Aseguran que desde las asociaciones no se tiene constancia de que se hayan dado casos de "mala praxis" entre las doulas, aunque no pueden afirmar que no existan.

Ante la insistencia de los periodistas para que explicasen en qué consiste exactamente la labor de acompañamiento, reconocen que es difícil de definir.

"Estamos con la mujer, sin interferir su situación. Ella va a vivir su maternidad y nosotros validamos sus deseos", asegura Beatriz Fernández.

Para Francisca Muñoz se trata de "facilitar el proceso al máximo. Estamos porque escuchamos y acompañamos porque escuchamos".

"La voz la tiene siempre la mujer"

En cualquier momento la mujer necesita apoyo y las doulas están ahí. "La voz la tiene siempre la mujer", insiste Muñoz, que brindan acompañamiento continuo en la calle, en casa o el paritorio, "desde una perspectiva psicosocial".

Por su parte, Anabel Carabantes, matrona y coach, que trabaja con doulas desde 1995, señala que durante el parto éstas se encargan "del flujo emocional" con las mujeres, algo a lo que ella como profesional sanitaria no puede atender, porque tiene que estar en "semialerta" observando "datos objetivos".

Al no estar regulada la "profesión", las tarifas que cobran son muy variadas y dependen de la zona geográfica en la que ofrecen sus servicios. En Madrid, cobran entre 700 y 800 euros por un trabajo que a veces puede llegar a prolongarse cerca de un año.

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