Cuidado con abusar de los protectores gástricos: están pensados para grupos de riesgo

  • Advierten sobre el uso sin control de fármacos como el omeprazol, lansoprazol, pantoprazol, rabeprazol o esomeprazol.
  • Han supuesto una revolución en el manejo de la úlcera gástrica, duodenal o la enfermedad por reflujo gastroesofágico.
  • Son muy recetados a personas que consumen ibuprofreno o ácido acetilsalicílico.
Una cápsula de omeprazol, fármaco contra la irritación por reflujo gástrico.
Una cápsula de omeprazol, fármaco contra la irritación por reflujo gástrico.
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Una cápsula de omeprazol, fármaco contra la irritación por reflujo gástrico.

Omeprazol, lansoprazol, pantoprazol, rabeprazol, esomeprazol… son nombres que les suenan a muchos, a todos aquellos que sufren del estómago. Son los denominados fármacos inhibidores de la bomba de protones (IBP). Sin embargo no conviene abusar de ellos, especialmente si uno no se encuentra en un grupo de riesgo.

Los especialistas en patologías digestivas advierten de que el uso de estos fármacos como protectores gástricos en los casos de consumo de antiinflamatorios no esteroides y ácido acetilsalicílico debe estar limitado a los grupos de riesgo. En España representaron en 2010 el 4,9% del consumo global de medicamentos del Sistema Nacional de Salud.

Es la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) quien hace la advertencia. Recuerda que estos medicamentos son eficaces para determinadas enfermedades del aparato digestivo y también cuando se utilizan como protector gástrico en pacientes con algunas patologías y bajo control médico.

De hecho, han supuesto una revolución en el manejo de las enfermedades relacionadas con la secreción de ácido clorhídrico del estómago como úlcera gástrica, úlcera duodenal, enfermedad por reflujo gastroesofágico o infección por helicobacter pylori.

En España, además, la úlcera péptica afecta al 10% de la población en algún momento de su vida, mientras que la enfermedad por reflujo gastroesofágico afecta a un 15% de la población y la prevalencia de infección por helicobacter pylori está en torno a un 40%.

Un fármaco demasiado consumido

El elevado consumo de estos fármacos se debe a que generalmente son muy recetados como gastroprotectores a personas que consumen antiinflamatorios no esteroides, como el ibuprofreno y el ácido acetilsalicílico. Son personas normalmente de edad avanzada, con enfermedad crónica y que toman estos medicamentos de forma prolongada.

Y como la aspirina y los antiinflamatorios no esteroideos pueden producir pequeñas úlceras en el estómago y el duodeno, para que éstas cicatricen más rápido, los médicos recetan estos fármacos que frenan la producción de ácido clorhídrico.

Pero el doctor Carlos Martín Argila alerta también sobre los posibles efectos secundarios de estos medicamentos cuando los utilizan personas para las que no están indicados o cuando pacientes que sí deberían tomarlos no lo hacen, por miedo o cautela. Por ello, incide en que "es el médico el que debe prescribir o dejar de prescribir el medicamento, valorando los riesgos y los beneficios para cada paciente".

Según el experto, no todas las personas que toman aspirina o antiinflamatorios no esteroideos deben consumir estos fármacos, sino solo aquellas que forman parte de grupos de riesgo, es decir mayores de 65 años, con antecedentes de enfermedad ulcerosa péptica, que toman antiinflamatorios en altas dosis o combinación de varios y que toman anticoagulantes o corticoides en dosis altas con patología previa grave como cirrosis hepática o insuficiencia renal.

"Las personas que no toman aspirina o antiinflamatorios, pero sí otro tipo de medicamentos, aunque estén incluidas en estos grupos de riesgo, no deben tomar fármacos IBP como gastroprotectores porque no van a ser eficaces para controlar posibles molestias digestivas producidas por los medicamentos. Esas molestias digestivas seguramente no son por un exceso de ácido clorhídrico y por tanto no tiene sentido administrar un IBP", argumenta el doctor.

Como cualquier otro medicamento, estos fármacos tienen efectos secundarios: cuando se consumen de forma prolongada se ha podido apreciar una disminución de la absorción de calcio, magnesio y vitamina B12, la proliferación de infecciones intestinales, osteoporosis y neumonía, aunque estos efectos aún deben ser confirmados con nuevos estudios científicos.

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