Enclavado entre los Picos de Europa y el Cantábrico, el valle de Covadonga es algo así como el corazón de Asturias. Este lugar esconde múltiples tesoros; entre ellos destacan el Santuario de Covadonga y los lagos que reflejan la calma al pie de las alturas.
La Virgen de Covadonga
La virgen preside la Santa Cueva o Cueva de la Santina en las estribaciones del Monte Auseva. Ya hubo una capilla en tiempos de Alfonso I para celebrar la victoria en la batalla de Covadonga. La actual imagen de la santina es del siglo XVI.
La Basílica de la Virgen de Covadonga se encuentra en un enclave espectacular entre escarpadas montañas. El templo fue erigido por el Arzobispo de Oviedo en 1877. Está construido en estilo neorrománico, con piedra rosácea y marmórea de las montañas circundantes.
Otro tesoro de la cueva es la tumba de Don Pelayo, primer rey de Asturias, que fue trasladado al santuario por orden del rey Alfonso X el Sabio.
Los Lagos de Covadonga
Más arriba de la basílica, están estas tres lagunas de origen glaciar: Enol, Bricial y Ercina. Decimos Lagos de Covadonga pero están a 10 km de distancia de la localidad de dicho nombre. Lo más apropiado será decir Lagos de Enol. Son una de las más bellas postales del Parque Nacional de los Picos de Europa.
Primero se llega al lago Enol, a 1.070 metros de altura y con más de 12 hectáreas de superficie, rodeado de praderas donde pastan vacas, caballos y ovejas, ajenas al turismo.
A continuación, a 1.108 metros, se encuentra el Ercina. La vegetación acuática y los cambios de iluminación hacen oscilar el tono del lago del verde claro al oscuro, incluso jugando a veces con matices amarillentos o rojizos.
Fuente: Guía Repsol. Rutas, mapas, restaurantes … ¡Planifica con nosotros tu viaje!
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