De Alicante a Jijona, una ruta dulce y con mucho turrón

  • El monte de Benacantil y el castillo de Santa Bárbara marcan el perfil de Alicante.
  • En cada esquina de Jijona nos espera una heladería o una pastelería.
  • Alcoy es la pequeña Barcelona: compartieron desarrollo industrial y cultural.
Vista general de la localidad alicantina.
Vista general de la localidad alicantina.
WIKIPEDIA/Richard Harvey
Vista general de la localidad alicantina.

La ciudad de Alicante descansa a los pies del monte de Benacantil. Allí está la cara del moro –una roca con el semblante de un hombre esculpido por una mujer cristiana a la que, según la leyenda, prohibieron amar a un musulmán–, y el castillo de Santa Bárbara. Esta fortaleza de origen árabe, que un día perteneció al rey Alfonso X el Sabio, se asoma hoy al Mediterráneo llena de recuerdos majestuosos.

Alicante, de Benacantil al Mediterráneo

El casco antiguo acoge palacetes como el de los Berenguer de Marquina, la Casa Llorca o el que fuera hogar de la familia Maisonnave. Todos ellos fueron levantados en el siglo XVIII, cuando las familias burgueses se instalaron aquí atraídos por el crecimiento económico que el tráfico marítimo aportó a la ciudad.

En el Paseo Explanada de España, clásico recorrido dominguero de los alicantinos, se encuentran las casas Alberola (1894), primera levantada junto al mar, y Carbonell (1925), posiblemente la más señorial de la ciudad. El Ayuntamiento, un edificio barroco de principios del siglo XVIII, luce una fachada abanderada por dos torres y una cúpula central rematada con coloridos azulejos.

Tomando aire para subir por las empinadas calles del barrio de Santa Cruz, forradas de escalinatas que se abren camino entre vivos portales flanqueados por macetas, se alcanza la ermita que da nombre al barrio.

Asimismo, vale la pena visitar la catedral de San Nicolás de Bari, construida en el siglo XVII sobre una antigua mezquita. Destaca su altar, amparado por hasta seis arcos a cada lado, y su vertiginosa cúpula. También es interesante la basílica de Santa María, de portada gótica y altar rococó. Sus dos torres asimétricas son de los siglos XIV y XVIII.

Jijona, junto a la Sierra de la Carrasqueta

Ahora sí, antes de continuar la ruta hacia el interior, es aconsejable aprovechar tanto las tranquilas calitas de La Albufereta o el Cabo de las Huertas o las kilométricas playas de San Juan o El Postiguet para cargar las pilas al sol. Para llegar a Jijona se va por la N-340. La Sierra de la Carrasqueta, el verde paraje de Bugaia, el Montagut y la Penya Migjorn dan cobijo a la ciudad.

Es fácil descubrir la industria que ha movido la economía de Jijona, pues casi en cada esquina, una heladería o una pastelería tientan al viandante a degustar los helados artesanos o los turrones elaborados que pasean el nombre de la ciudad por todo el mundo. En la avenida de la Constitución, junto al Ayuntamiento, se ubican diversas casas de estilo modernista de principios del siglo XX que pertenecieron a nobles y relevantes empresarios locales.

Subiendo por el casco histórico, hay que perderse por las enrevesadas y silenciosas calles del Rabal. Los edificios rememoran la presencia almohade en la ciudad. De camino a las ruinas, agoniza erguida en la plaza del Diezmo la puerta ojival de la iglesia Vieja, cuyos restos góticos del siglo XIII invitan a imaginar la obra que mandó construir Jaime I tras conquistar la ciudad en 1253.

En lo alto de Jijona, y a los pies de la torre del castillo, destaca entre los tejados el campanario de tejas verdi-blancas de la iglesia Arciprestal, obra renacentista de los siglos XVI y XVII, y reconstruida tras el incendio que acabó con su decoración barroca en 1971.

Por el modernismo de Alcoy

Desde Jijona se llega a la localidad de Alcoy por la carretera N-340. Conocida como la pequeña Barcelona, ambas compartieron desarrollo industrial y cultural y, actualmente, veneran al mismo patrón, Sant Jordi; celebran las mismas fiestas y sus edificios modernistas rivalizan en belleza. Entre sus iglesias destacan la de San Mauro y la de Santa María, reconstruidas en las décadas de los años cuarenta y cincuenta del siglo XX, tras ser destruidas durante la Guerra Civil.

El templo de Sant Jordi, de estilo neobizantino, data de 1921 y se salvó de los enfrentamientos, utilizándose como escuela de arte. Paseando por la calle Nicolau, por ejemplo, el visitante fija su mirada en los elegantes edificios modernistas; emblemáticos son La Casa del Pavo, nombre que hace honor al animal que reina en su fachada, el Círculo Industrial y el Conservatorio de Música. Todos ellos nos transportan a ciudades como Barcelona o Viena.

También en el centro se encuentra el parque de La Glorieta, lugar de encuentro y de celebraciones de los alcoyanos. Siguiendo el recorrido modernista, que además guía a las comparsas durante las Fiestas de Moros y Cristianos. En el subsuelo de la plaza de España se ubica la bóveda vanguardista del inconfundible ingeniero y arquitecto valenciano Santiago Calatrava.

Junto a ella, un antiguo claustro acoge la plaza de Dins, en la que se concentran, al lado del Ayuntamiento, las heladerías y cafeterías con más vida de la ciudad. Muy cerca de allí se encuentra el Casal Sant Jordi, del siglo XVIII, recientemente modernizado, que recoge la historia de las Fiestas de Moros y Cristianos. Antes de salir de Alcoy hay que cruzar a pie alguno de sus famosos puentes, como el también modernista de Sant Jordi, que cruza el Riquer. Es el final de una ruta desbordante de historia y de sabores.

Lo que hay que saber

  • PRODUCTOS DE LA ZONA
    De aperitivo se recomienda probar el café licor de Alcoy. A continuación, una colmada ración de borreta (patatas, bacalao, sepia, espinacas, pimientos y huevos), de olleta (arroz con verduras) o de paella de arroz en cualquiera de sus variedades,. Todo esto se puede culminar con una naranja o níspero de la tierra, así como con un helado artesanal elaborado por maestros jijonencos.
  • QUÉ COMPRAR
    El Paseo de la Explanada de Alicante acoge a diario un mercadillo artesanal con todo tipo de curiosidades. Vale la pena visitar las tiendas especializadas donde se venden productos de la zona como turrones, aceitunas, vinos, dátiles, etc. Destacan también los artículos de mimbre de Gata de Gorgos y el calzado de Elche.
  • MEJOR ÉPOCA PARA LA RUTA
    Teniendo en cuenta que este exquisito dulce se puede degustar durante todo el año y que el Museo del Turrón está abierto todos los días (excepto el 1 de enero y el 25 de diciembre), merece la pena planear la visita hacia el mes de abril, cuando se celebran las espectaculares Fiestas de Moros y Cristianos de Alcoy. También en abril se pueden contemplar los almendros en su máximo esplendor.
  • SORPRESA
    En la calle El Rabal, la pequeña ermita de San Sebastián (siglo XVII) alberga la historia de un matrimonio que, para evitar que la peste llegara a Jijona, rezó durante días a la imagen de San Sebastián aparecida milagrosamente en su casa. La enfermedad no llegó al municipio y el santo fue nombrado patrón de Jijona. Hoy, el hogar de Úrsula y José es una estrecha ermita en honor al protector.
  • VISITA OBLIGADA
    El Museo del Turrón, en Jijona, guarda la historia de la elaboración artesanal de este producto con fama y proyección internacional. En él se conservan la maquinaria y las herramientas empleadas por ocho generaciones de la familia Sirvent para la elaboración del turrón.
  • FIESTAS
    En Alcoy, las Fiestas de Moros y Cristianos tienen lugar del 22 al 24 de abril. El fuego y las pólvora protagonizan, del 20 al 24 de junio, las Hogueras de San Juan de Alicante; y en Jijona sus festejos se celebran en agosto.
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