Vacaciones solidarias, espirituales y otras maneras de tener un verano diferente

  • El turismo solidario se resiente con la crisis.
  • Los viajes de este tipo cuestan como mínimo 1.000 euros por unos 15 días.
  • El alojamiento por trabajo o los retiros espirituales: otras opciones diferentes.
Monjes meditando en un monasterio de Sri Lanka.
Monjes meditando en un monasterio de Sri Lanka.
GTRES
Monjes meditando en un monasterio de Sri Lanka.

Llega el verano y la España que se lo puede permitir comienza a pensar en su destino vacacional. A parte del clásico playa o montaña, la visita de rigor a la agencia de turno o la búsqueda por Internet, hay personas que buscan otras maneras de hacer turismo: más comprometidas, ecológicas, espirituales... Repasamos algunas de ellas.

Turismo solidario

Imagínense viajar a países lejanos y visitar las ciudades de interés, el patrimonio histórico y, además, sumergirse en la situación social del país, en sus problemas, en su gente. La respuesta tiene nombre y apellido: turismo solidario.

Viajes solidarios es una web que, desde hace dos años informa y hace de intermediario entre las ONG y los viajeros solidarios. "No es ir de voluntariado, es hacer turismo, pero llena mucho más porque también visitas proyectos solidarios y ves los problemas del país", explica Ignacio Pérez, "tampoco es un viaje organizado, porque tienes mucha más libertad". En esa web ahora mismo se ofertan viajes a Nepal, Perú, India, etc. No son viajes de trabajo o voluntariado, el objetivo es la "sensibilización". Después, el viajero ya decidirá si regresa como voluntario, si hace una donación o si regresa a su hogar sin más.

Los viajes solidarios suelen durar unos 15 días y el precio a pagar oscila entre los 1.000 euros y los 2.000 euros, dependiendo del destino. La media de edad oscila entre los 30 años, aunque los organizadores refieren casos de personas de hasta 60 años.  "El coste está cerca del de un viaje de turismo normal", explica Sergio, un miembro de la ONG Sodepaz que organiza este tipo de viajes, "pero al menos sabes que el dinero no va a una multinacional, sino a gente que está trabajando por ese país".

El número de viajeros, según explican en esta ONG, ha descendido ostensiblemente en los últimos años por la crisis: "Hacer turismo sigue siendo un lujo al alcance de pocos".

Silvia es una periodista que este verano irá en un viaje de turismo solidario a los territorios palestinos. Serán 13 días de estancia que le costará unos 1.000 euros.

"Soy muy consciente de que no iría a Palestina si no fuera así", explica. "Me gusta la idea de que, durante unas vacaciones, voy a conocer un país, pero además voy a hablar con sus gentes, a ver sus problemas sociales, etc".

Turismo de trueque

Si el turismo solidario te parece caro o no te apetece irte tan lejos, hay formas más económicas de viajar de una manera diferente: trabajar a cambio de tu alojamiento. Un opción básica, pero que funciona. Páginas de Internet como Help Exchange o WWoof  (especializado en granjas orgánicas) te ofrecen alojamiento y en ocasiones comida, a cambio de trabajo que se pacta previamente.  Ahí se encuentran casas familiares, granjas, hostales e incluso barcos por todo el mundo.

Turismo espiritual

Y si el dinero no es problema y más que conocer los problemas del mundo, necesitas encontrar a tu yo interior, siempre puedes optar por retirarte a un templo en algún lugar de Asia.

A.M. es una economista que el año pasado se fue a un monasterio de la India para meditar y alejarse durante unos días del estrés diario. "Llevaba la misma vida que los monjes de allí, meditábamos, no hablábamos absolutamente nada, no leíamos, no hacíamos más que meditar... Fue duro, pero salí mejor de lo que entré".

También hay oportunidades como irse a Oriente a hacer yoga, una actividad que cuenta cada día con más adeptos en nuestro país. En España hay centros como Sivananda que ofertan diferentes retiros para esta práctica en distintos lugares del mundo, desde Ávila al Himalaya.

En uno de esos retiros participó el madrileño Manuel Sánchez. "El año que fui no tenía plan y, ya que hacía yoga, decidí animarme", explica. Manuel acabó en un santuario en medio de la jungla en el sur de la India. "Fue una experiencia, hacer yoga y meditación en medio de un monzón", afirma.

Sánchez asegura que no es caro, "lo que más cuesta es el vuelo hasta ahí", porque no tienes muchos planes que hacer:  "Allí no tienes un régimen vacacional, sino un plan de meditación y yoga". "Visitas un país, descubres su estilo de vida y participas de él", resume su experiencia este madrileño.

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