Los efectos del cambio horario son leves, pero más acusados en los niños y en mayores

  • También perjudica a personas con cefaleas, epilepsia o trastornos del sueño.
  • El cambio de invierno a verano entraña más dificultades de adaptación.
  • A la larga nuestro rendimiento se ve mejorado.
  • Apuntamos algunas medidas para adaptarse al cambio horario.
Un niño pequeño durmiendo sobre la cama.
Un niño pequeño durmiendo sobre la cama.
EP
Un niño pequeño durmiendo sobre la cama.

Llega el cambio de horario. El adelanto de una hora de los relojes puede producir leves efectos en nuestro organismo. Las consecuencias del cambio de hora son transitorias, no muy distintas de la sensación que se produce cuando los lunes nos incorporamos al trabajo, después de haber desajustado nuestro horario el fin de semana.

La consecuencia inmediata del adelanto de los relojes será restar una hora a nuestro tiempo de sueño. Es la población infantil y los mayores de 50 años a los que más les cuesta adaptarse a este cambio.

El jefe de la Unidad Valenciana del Sueño, Gonzalo Pin, afirma que la población infantil se verá influida y puede manifestarse en una mayor irritabilidad y en algunas ocasiones alteraciones en su alimentación, principalmente en los lactantes.

Pero el organismo solo necesitará tres o cuatro días para adaptarse al nuevo horario. Aunque estos primeros días el cambio de horario suponga ciertos desajustes en el organismo, a la larga, y al armonizar nuestra actividad con los tiempos de luz solar, también se ve mejorado nuestro rendimiento.

Lo asegura el doctor Carlos Tejero Juste, de la Sociedad Española de Neurología (SEN), que explica que "la sensación es semejante a lo que nos ocurre cuando viajamos a través de distintos husos horarios, al jet-lag, con la diferencia de que, en este caso, al tratarse solo de una hora de diferencia, los trastornos son de menor intensidad".

Según Tejero, el cambio de horario de invierno al de verano, como en esta ocasión, y donde nuestro reloj biológico 'pierde' una hora, "entraña más dificultades de adaptación".

Las personas jóvenes y sanas pueden experimentar sensación de cansancio, somnolencia, cierta desorientación o aturdimiento, falta de concentración, de energía o dificultad para dormir.

Además de niños y mayores, estos problemas los pueden sufrir en mayor medida aquellas personas que padecen algún trastorno neurológico como cefaleas, epilepsia o trastornos de sueño.

"Todos deberíamos hacerlo pero, en especial para estas, es recomendable que tomen medidas que les permitan adaptarse de forma progresiva al cambio de horario", explica el doctor de la SEN.

Algunas medidas para adaptarse al cambio horario

  • Fraccionar la hora de diferencia en la que se ven afectados nuestros horarios de alimentación y sueño, adelantando los días previos nuestras rutinas unos 15 minutos de forma progresiva.
  • Evitar las siestas diurnas para tener más sueño por la noche.
  • Llevar los primeros días un horario regular tanto en alimentación como en sueño.
  • Ajustar el reloj cuanto antes. Lo más adecuado sería hacerlo justo antes de irnos a dormir para que nos levantemos con el horario adecuado.
  • Nada de fármacos ni remedios naturales.
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