Sean Connery contra 'Goldfinger'

'Caso Goldfinger'. Así se llama la operación policial que ha imputado a Sean Connery y su esposa Michelle por un presunto delito fiscal en Marbella. Poca broma, porque las irregularidades en una venta de fincas en el municipio malagueño hacen a la pareja sospechosa de un fraude fiscal por valor de 1,6 millones de euros. El Juzgado de instrucción nº 1 de la localidad ha solicitado una comisión rogatoria internacional para aprehender al matrimonio antes del 25 de julio, fecha en la que podría prescribir el delito.

El meollo del asunto es la venta (y posterior conversión en edificio de cuatro alturas) del chalet Malibú, en el que el matrimonio Connery residió hasta 1999, y de una parcela llamada Colinas del limonar. Este último terreno, situado en Málaga capital, habría sido adquirido por la sociedad Montelagares S. L., vinculada al actor, en circunstancias poco claras. Vamos, que al amigo Sean y a sus asociados se les 'olvidó', supuestamente, declarar la operación ante el fisco.

Por cierto que los asociados de marras son cinco abogados madrileños, los cuales habrían participado presuntamente en los negocios sucios del concejal Juan Antonio Roca, epicentro del 'caso Malaya'.

Recordemos que Connery ya había tenido sus más y sus menos con Jesús Gil, discutido alcalde de Marbella. En 1993, mientras Robin Hood, príncipe de los ladrones arrasaba en las taquillas, el difunto presidente del Atlético de Madrid se hizo la foto de rigor con el intérprete de James Bond... Y aprovechó para meterle, sin pedirle permiso, en un spot electoral de su partido, algo que Connery no se tomó nada bien.

La buena relación entre Gil y Connery terminó en ese momento, pasando el escocés de alabar las políticas del alcalde a calificarlas de "urbanismo desaforado". El líder del Grupo Independiente Liberal pasó de elogiar a Connery a no quererle ver (palabras textuales) "ni en pintura". Este desencuentro habría llevado a Gil a construir un rascacielos junto a la casa del actor, que procedió a abandonar Marbella y deshacerse de sus propiedades en la localidad tras un polémico proceso.