Entre tomates, vacas y gallinas

  • Aprender las labores del campo o cuidar animales de granja es otra forma de turismo sostenible que aprovecha los recursos de la naturaleza.
  • La red mundial WWOOF agrupa granjas en más de 60 países de todo el mundo.
  • Las granjas escuela no viven de la propia producción agrícola o ganadera, sino que ésta se crea ex profeso para el turista.
  • Todo el magacín 'Tierra Viva', página a página (PDF).
Los chavales, entre gallinas.
Los chavales, entre gallinas.
granjacasavieja.com
Los chavales, entre gallinas.

La naturaleza ofrece muchas posibilidades a quienes se propongan establecer con ella un vínculo sostenible. La vida agrícola y ganadera se presenta para el común de la población como un atractivo mundo desconocido que tiene mucho que mostrar y del que hay mucho que aprender.

Numerosas granjas orgánicas –aquellas no industriales que cuidan la naturaleza especialmente– ofrecen la posibilidad de participar en las labores de siembra, recolección, alimentación y cuidado de animales y, además, dan formación en labores agrícolas y ganaderas.

Granjas anfitrionas

La red mundial WWOOF agrupa en más de 60 países de todo el mundo a granjas que se inscriben como anfitrionas y a participantes que, previo pago de una cantidad simbólica de entre 20 y 60 euros, se acreditan para acudir a estos centros.

En España hay más de 200 granjas o casas con huerto inscritas en el programa, la mayoría de ellas en Cataluña y Andalucía. Jota Maravillas, wwoofer participante en España, Tailandia y Australia, cuenta a 20 minutos que estos centros «no son hoteles rurales», como algunos piensan. Allí se va a aprender, a colaborar y a «establecer una relación sostenible con la naturaleza, poniendo en práctica la soberanía alimentaria y comiendo lo que se produce».

En el otro extremo están las granjas escuela, una alternativa más extendida y con amplia oferta de mercado, que ofrecen planes para toda la familia. Se trata de centros turísticos que no viven de la propia producción agrícola o ganadera, sino que esta se crea ex profeso para el turista.

Otras opciones

Luis García Barbero, gerente de la granja escuela Casavieja, en Ávila, de las más concurridas, con 20.000 pernoctaciones al año, cuenta que «esta es una interesante opción de turismo de interior porque permite aprender las labores del campo, hacer turismo activo y desenvolverte en un ámbito diferente». Y todo ello a muy bajo coste, porque un fin de semana en la granja con alojamiento, pensión completa y un amplio programa de actividades con monitores especializados cuesta unos 70 euros.

Este tipo de turismo constituye una cuantiosa inyección económica para las comunidades del interior de la Península que, sin oferta de playa, se ven obligadas a reinventar con mayor intensidad las opciones turísticas. Por ello organismos como la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León apoyan propuestas que aboguen por la participación ciudadana en actividades de ocio en la naturaleza.

Además, desde el punto de vista económico, el turismo de granjas permite que el viajero, eminentemente joven, entre en contacto con la naturaleza y, años más tarde, se fidelice al turismo rural.

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