Casi cuatro de cada diez compradores en Internet admite haber sufrido algún ataque cibernético. Más allá de la seguridad que nos pueda ofrecer la página donde compramos, la exposición al peligro tiene múltiples vías de entrada. Desde un correo malicioso, pasando por una red wifi sospechosamente abierta o un lápiz de memoria facilitado aparentemente de forma inocente pero que, con un virus mediante, puede servir de puente para acceder a nuestros datos más sensibles, incluidos los bancarios, una vez conectado a nuestro ordenador.