Tres minutos para abrazar a sus familiares en la frontera entre México y Estados Unidos

A los espaldas mojadas no les importa volver a llenarse los pies de barro. Porque al otro lado está el reencuentro con sus hijos, sus padres, sus hermanos. Por fin un abrazo después de años separados por la frontera. Son inmigrantes indocumentados que vuelven a Río Bravo, ese que cruzaron persiguiendo el sueño americano. Pero esta vez la guardia fronteriza les da una tregua. Disponen de 180 segundos en los que, ni les detienen, ni les deportan. Es una iniciativa del Instituto Fronterizo de la Esperanza, que pide nuevas políticas migratorias, y también: "Un alto a la retórica que estamos escuchando de unos candidatos presidenciales. Odio, racismo, xenofobia...este no es un lugar de odio". Es un lugar en el que a los tres minutos suena la campana de la despedida. Y al igual que ellos, los once millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos, desean que este abrazo deje de ser una excepción.