Parques arqueológicos de Castilla-La Mancha para viajar en el tiempo

Tumba del parque arqueológico de Libisosa.
Tumba del parque arqueológico de Libisosa.
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Tumba del parque arqueológico de Libisosa.

LIBISOSA (Albacete)

En Campos de Montiel, sobre la ladera de una montaña bañada en su base por el río del mismo nombre, Lezuza guarda como legado un pasado romano que dejó tras de sí una calzada como testigo. Muy cerca del actual municipio, a más de mil metros de altitud, en el Cerro del Castillo, encontramos lo que queda de la antigua colonia, denominada Libisosa, que antes fue un oppidum ibérico y siglos después, tras la Reconquista, un complejo defensivo religioso-militar. En total, 2.800 años de historia en una ciudad que fue paso obligado desde la Meseta hacia Andalucía y desde Levante a Extremadura y Portugal.

Ruinas romanas de Segóbriga.
Ruinas romanas de Segóbriga.
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SEGÓBRIGA (Cuenca)

Caput Celtiberiae. O, lo que es lo mismo, el inicio de la Celtiberia. Así fue como definió Plinio El Viejo a Segóbriga, situada a solo cuatro kilómetros de Saelices, en el extremo suroccidental de la provincia de Cuenca. El antiguo castro dio paso a una ciudad romana que adquirió gran importancia debido a la abundancia, en las minas de la zona, del lapis specularis, muy codiciado entonces como cristal de ventanas y ornamento para fiestas. Foro, teatro, anfiteatro y termas destacan en el yacimiento, con un acueducto extramuros. Cuenta con un Centro de Interpretación.

Restos de la villa romana de Carranque.
Restos de la villa romana de Carranque.
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CARRANQUE (Toledo)

Este Parque Arqueológico está constituido en torno a una villa romana a poco más de cinco kilómetros de Carranque, en la comarca de La Sagra. Conocido arqueológicamente como el yacimiento de Santa María de Abajo, este enclave surgió en un momento altoimperial como centro de explotación de los recursos agrícolas del entorno. La Casa de Materno fue una gran mansión: así nos lo hacen suponer sus mosaicos, que recrean temas mitológicos. Podemos ver también los restos del mausoleo de la familia propietaria de la villa y del edifico palacial, en su día ricamente decorado.

Arcos de la ciudad visigoda de Recópolis.
Arcos de la ciudad visigoda de Recópolis.
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RECÓPOLIS Y CASTILLO DE ZORITA DE LOS CANES (Guadalajara)

En realidad son dos los yacimientos que acoge este parque arqueológico en la ribera del Tajo, a la altura de Zorita de los Canes, en La Alcarria. Es en el Cerro de la Oliva donde podremos ver lo que queda de la ciudad visigoda de Recópolis, fundada en el año 578 por el rey Leovigildo, siguiendo un plan urbanístico jerarquizado que la dividía en varias áreas: el palacio, la zona comercial, la de viviendas, la muralla y los arrabales. Abandonada en el siglo IX, sus restos sirvieron como cantera para construir la nueva ciudad andalusí de Zorita, con una alcazaba reconvertida después en castillo.

Yacimiento de Alarcos.
Yacimiento de Alarcos.
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ALARCOS (Ciudad Real)

A ocho kilómetros de Ciudad Real, en la margen izquierda del río Guadiana. Esas son las sencillas coordenadas que nos permitirán encontrar uno de los yacimientos más espectaculares de la región, habitado desde la Edad de Bronce hasta la Edad Media. En él se ha podido recuperar un sector de la trama urbana de la ciudad íbera (finales del siglo VI a. C.) que nos permite conocer la vida cotidiana de la tribu oretana asentada aquí. Buena parte de la muralla y del castillo medievales fueron fundamentales en la batalla de Alarcos, que enfrentó a cristianos y musulmanes en el año 1195.

Vista del conjunto arqueológico del Tolmo de Minateda.
Vista del conjunto arqueológico del Tolmo de Minateda.
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TOLMO DE MINATEDA (Albacete)

Desde la Edad de Bronce hasta el siglo X diferentes asentamientos tuvieron lugar en este espectacular peñasco cuya localización y altura lo convertían en un lugar estratégico para controlar los caminos. Las abruptas laderas limitaban el acceso a una entrada natural, El Reguerón, donde se fueron construyendo murallas, puertas y sistemas defensivos. Su gran joya es una basílica visigoda de los siglos VI y VII. A su alrededor se extendía un cementerio y, después, un barrio islámico. El paseo se complementa con una visita a las pinturas rupestres del Abrigo Grande de Minateda. turismocastillamancha.es

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