Vacaciones 2023: cinco playas exóticas en los paraísos más bellos del mundo

Playa en la península de Samaná (República Dominicana).
Playa en la península de Samaná (República Dominicana).
Don Mammoser
Playa en la península de Samaná (República Dominicana).

Son como una melodía tropical, como una insinuación exótica. La imagen arquetípica del refugio perfecto se esconde en estos destinos, diseminados a lo largo y ancho del planeta, donde el paraíso se dibuja con arena fina, aguas turquesas y cocoteros que se balancean propiciando una suave brisa. Son rincones tropicales donde el tiempo se desliza sin urgencias ni preocupaciones.

En estos rincones tropicales de aguas turquesas y finos arenales el tiempo se desliza sin urgencias ni preocupaciones 
Puesta de sol en Tetiaroa (Polinesia Francesa).
Puesta de sol en Tetiaroa (Polinesia Francesa).
Andrea Izzotti

Atolón de Tetiaroa (Polinesia Francesa)

El colmo del exotismo se encuentra en un pliegue remoto de Oceanía, más allá de lo que conocemos con el nombre de las antípodas. Aquí, en el Pacífico Sur, la Polinesia Francesa se fragmenta en más de cien islas de postal. Una de ellas, especialmente tentadora, pertenece al archipiélago de La Sociedad, el mismo en el que reside la más concurrida Tahití. Tetiaroa es apenas un atolón que concentra la sensualidad de este rincón del globo bendecido por la madre naturaleza: un mar cristalino, playas ocultas entre palmeras, fondos coralinos plagados de peces, selvas de color esmeralda. Además, está tocado por el glamour de Marlon Brando, que se enamoró de estos parajes y acabó edificando un eco-hotel.

Playa de Aitutaki, en las Islas Cook.
Playa de Aitutaki.
Getty Images

Aitutaki, en las Islas Cook

Ningún lugar guarda mejor la huella del explorador James Cook que el archipiélago que lleva su propio nombre. Las Islas Cook son un paraíso ciertamente remoto, localizado en el Océano Pacífico Sur, entre Hawái y Nueva Zelanda. Aquí, en los seis atolones del norte prácticamente inexplorados hay que buscar el tesoro en Suwarrow. Y en los del sur hay que entregarse al disfrute de Rarotonga y Atiu, que son la viva imagen del paraíso con plantaciones de plátanos y cocoteros, aguas cálidas y poco profundas y un fascinante universo submarino. Sin embargo, el gran icono de estas islas repletas de tesoros aún por revelar es la isla Aitutaki, cuya laguna está considerada entre las más bellas del mundo.

La laguna de Aitutaki está considerada entre las más bellas del mundo
Avión volando sobre las islas Maldivas.
Hidroavión sobre las islas Maldivas.
Getty Images/iStockphoto

Resorts de Maldivas

Nada menos que 1.190 islas diminutas, repartidas en 26 atolones que son anillos perfectos de coral, conforman este archipiélago tropical perdido en el océano Índico, al sur de la India y Sri Lanka. Maldivas es la naturaleza virgen teñida de azul y verde, el mar a 27 grados, la sensación de espejismo en todo cuanto los ojos ven. Pero es también el glamour que se desprende de sus refugios. Alrededor de un centenar de islas-resort, ocupadas por un único hotel, se dispersan por este territorio con un lujo difícil de superar. Las villas sostenidas sobre el mar conforman la imagen más icónica: hileras de casitas sobre pilotes, bajo las que se deslizan miles de peces de colores en un escenario de ensueño.

Playa de Baia do Sancho (Brasil).
Playa de Baia do Sancho (Brasil).
Getty Images/iStockphoto

Baia do Sancho (Fernando de Noronha, Brasil)

Sus playas se cuelan a menudo en el ranking de las mejores del mundo y la Unesco lo condecoró como Patrimonio de la Humanidad. Semejante carta de presentación convierte al archipiélago Fernando de Noronha, declarado Parque Nacional Marino, en uno de los más codiciados tesoros de Brasil, tan protegido que hasta está regulado por una normativa que limita el número de visitantes y las actividades que pueden realizarse. En este nirvana tropical sólo cabe la exuberancia natural, bañada por aguas cristalinas. Un paisaje que alcanza su cénit en la aclamada Baia do Sancho, una playa que, en el período lluvioso (generalmente de abril a junio), depara una sorpresa: la formación de dos cascadas que fluyen como cortinas de agua.

Península de Samaná.
Península de Samaná.
Don Mammoser

Samaná (República Dominicana)

En un apéndice del norte de esta isla caribeña se esconde su mayor joya natural. Un territorio virgen plagado de mogotes que emergen de las aguas turquesas, intrincados manglares, grutas decoradas por los indios taínos y un festín de aves migratorias que ponen la banda sonora a tan idílico escenario. No falta, claro, unas playas que, en este rincón del país, se alejan del tópico de los arenales infinitos y los mastodónticos resorts. Aquí lo que encontramos son calas solitarias, hotelitos con encanto camuflados entre las palmeras y ballenas jorobadas que, entre enero y marzo, vienen a retozar a las aguas cálidas de la bahía. Todo ello salpicado de pueblos donde la noche se mueve a ritmo sabrosón.

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