Los búnkeres de Franco en Navarra para protegerse de un posible ataque de Hitler: así puedes visitarlos

Búnker en el Pirineo.
Búnker en el Pirineo.
pedrosala / iStock
Búnker en el Pirineo.

Como una frontera natural, los Pirineos han marcado los límites entre España y Francia. Pero estas colosales montañas no fueron suficientes para calmar el sentimiento de amenaza que sufría Francisco Franco tras la Guerra Civil y, sobre todo, después de la Segunda Guerra Mundial. Desde el año 1937 y hasta mediados de los años 50, la dictadura se dedicó a construir un desmesurado complejo de búnkeres a lo largo de la cordillera, la Línea P, que acabó convirtiéndose en la mayor obra de fortificación militar construida en Europa.

Un proyecto de 10.000 búnkeres

El miedo de Franco que le llevó a embarcarse en tal obra de ingeniería fue una posible invasión por parte de los republicanos que se habían exiliado o de los maquis y sus aliados. Pero esto iba más allá, y es que “el temor remitía, junto al enemigo comunista, también a una posible operación relámpago de las tropas nazis de Adolf Hitler”, asegura Javier Ramos, escritor y periodista experto en historia.

Búnker en el Pirineo.
Búnker en el Pirineo.
Uranzu / Wikimedia Commons

En un principio, la dictadura planeaba levantar entre 8.000 y 10.000 asentamientos militares a lo largo de 500 kilómetros, concretamente entre el Cantábrico hasta el Mediterráneo. Pero el proyecto era demasiado ambicioso, con lo que solo llegaron a construirse alrededor de 4.000 búnkeres. “Cada conjunto artillero se ideó para que estuviera rodeado de trincheras comunicadas entre sí y dotado de pozos, observatorios y alambradas. Alojarían asimismo un arsenal compuesto por ametralladoras, cañones, piezas de infantería y morteros”, detalla Ramos. Además, muchos de ellos tendrían alambradas y campos de minas.

Una ruta por los búnkeres de Navarra

A pesar del gran esfuerzo para militarizar los Pirineos, la Línea P nunca llegó a entrar en servicio. Sin embargo, el ejército mantuvo activo el plan hasta 1985, hasta la entrada de España en la OTAN. A día de hoy, no quedan muchos restos de la Línea P, aunque algunos de los búnkeres se pueden visitar, y es que se han convertido en todo un atractivo histórico en la zona.

Búnkeres Pirineos.
Búnkeres Pirineos.
ElCaminodeSantiago092006 / Flickr

Por ejemplo, podemos visitar algunas de las estructuras defensivas que aún quedan en Navarra. Allí se construyeron 57 centros de resistencia y cada uno de ellos podía contar con alrededor de diez búnkeres o incluso más. Ya en la actualidad, el Ayuntamiento de Burguete, una de las zonas donde aún se conservan algunos, empezó a ponerlos en valor junto a un grupo de arqueólogos, dando como resultado un proyecto de divulgación, pero también turístico.

“Con unos códigos QR colocados en la entrada de algunos búnkeres, los visitantes pueden acceder a la web del Ayuntamiento que se ha creado para ello y tener así toda la información”, nos cuenta Koldo Villalba, guía en la empresa turística Itari Natura. Además del de Burguete, también se puede visitar el núcleo de resistencia de Ibañeta, y ambos están incluidos en los recorridos que organiza Villalba. “Puedes ir viendo diferentes tipos de búnkeres, dónde ponían el cañón anticarro, los nidos de ametralladora, las trincheras y los pozos de tirador”, detalla.

Búnkeres Pirineos.
Búnkeres Pirineos.
Pedro Salaverria / iStock

Esta ruta se puede contratar a través de la página de Itari Natura y aunque se puede personalizar según los intereses del cliente, un recorrido estándar con una duración de 4 horas para dos personas tiene un precio de 40 € por cada uno, y la tarifa se va ajustando según sean más participantes.

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