La belleza arquitectónica del pueblo de San Gimignano es evidente. Ya desde la lejanía, el horizonte de esta villa italiana nos sorprende con sus altos e imponentes edificios que se salen de lo típico para una población medieval. De este modo, sus enormes 13 torres han hecho que el lugar sea conocido como la Manhattan medieval.
Un pintoresco pueblo toscano
Sobre una colina de la idílica región de la Toscana se alza el curioso pueblo de San Gimignano, rodeado de murallas del siglo XIII. El origen de la villa se remonta al año 63 a.C, cuando “dos jóvenes patricios construyeron dos castillos: el Castillo de Mucchio y el Castillo de Silvia, que se desarrollarían en el futuro como San Gimignano”, detallan desde su Oficina de Turismo.
El pueblo se desarrolló sobre todo durante los tres primeros siglos del primer milenio, ya que era un lugar de paso en la Via Francigena, una ruta para los peregrinos que viajaban a Roma, principalmente, desde Francia. Con el paso del tiempo, fue prosperando aún más gracias a actividades como la producción de azafrán y vino griego o el comercio de lana. Sin embargo, desde el siglo XIV, entró en decadencia a la sombra de la próspera Florencia.
Un símbolo del poder económico
A día de hoy, San Gimignano todavía conserva la esencia de un pueblo medieval del siglo XIV, con una arquitectura marcada por sus catorce grandes torres, aunque en su momento llegó a tener hasta 72. Estas fueron construidas entre los siglos XII y XIII, cuando cada familia del pueblo levantaba una para mostrar su poder económico.
La planta baja de estos edificios se destinaba al taller o comercio familiar, el primer piso era para las habitaciones y la cocina se situaba en la parte superior. Las principales para visitar son la torre del Diablo; la torre Grossa, la más alta de todas, y la torre Rognosa, la más antigua.
Pero esta villa italiana tiene mucho más que ofrecer a sus visitantes. Por ejemplo, podemos empezar un recorrido desde la plaza Duomo, el antiguo centro religioso y político del pueblo, y visitar la Catedral y los valiosos frescos de su interior. Otros imprescindibles son la plaza de la Cisterna, antaño la zona comercial de San Gimignano, y el Palazzo Comunale, que hoy alberga un museo y una galería de arte.
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