El pueblo de España con más museos por habitante es además uno de los más bonitos

A un lado, las sierras de la Xortà y Serrela; al otro, la de Aitana. No hay mejor mirador de la Marina Baixa, donde nos encontramos, que el punto más elevado de El Castell de Guadalest, encaramado sobre una gran mole rocosa en la que hace equilibrios el castillo de San José. La fortaleza, del siglo XI, fue levantada por los musulmanes y tuvo, por su situación estratégica, un papel muy importante en la Edad Media. Hoy también lo tiene: es un increíble balcón a la naturaleza que nos rodea, con un embalse a sus pies rodeado de agujas afiladas y escarpadas crestas que parece el mismo mar. Aunque el Mediterráneo, que atisbamos en el horizonte, queda un poco lejos de aquí.

Solo hay dos museos en el mundo de Saleros y Pimenteros. Uno está en Tennesse (Estados Unidos) y el otro aquí, en El Castell de Guadalest

Una casa señorial

Apenas 250 habitantes viven en este pequeño municipio del interior de Alicante, dividido en dos barrios: el del castillo, colgado en lo alto de la peña y protegido por la antigua muralla, y el del Arrabal, surgido del traslado de la población a las faldas de la montaña. Al primero solo es posible acceder a través de un túnel excavado en la propia roca. Tras flanquear la entrada, nos encontraremos ante la señorial Casa de los Orduña, con su escudo en la puerta, construida por la poderosa familia vasca que le da nombre después del terremoto que en 1644 arrasó la comarca. ¡Adentrémonos en ella! Traspasada la puerta, enmarcada por un sobrio arco de piedra de medio punto, podremos visitar distintas estancias, entre ellas la cocina y el comedor, una sala con mapas del siglo XVIII, la biblioteca, con 1.265 volúmenes, y diferentes espacios decorados con obras religiosas, como un lienzo pintado por ambas caras que representa un Ecce Homo.

Stuart Atton

Las historias más curiosas

La Casa de Orduña es el primer museo del que podemos disfrutar en El Castell de Guadalest. Pero no el único. Adosado a una roca abre sus puertas el Museo del Belén y Casita de Muñecas, que acoge la colección de Antonio Marco, que incluye también juguetes antiguos. Toda una curiosidad, como lo es también el Museo de Microminiaturas, donde, entre otros sorprendentes objetos, llamará nuestra atención una Estatua de la Libertad dentro del ojo de una aguja o la Maja Desnuda de Goya pintada en el ala de una mosca. Son obra de Manuel Ussá, uno de los mejores microminiaturistas del mundo, de cuyo talento nos sorprenderemos también en el Museo Microgigante, repleto de alucinantes propuestas, como una plaza de toros construida en la cabeza de un alfiler o una Biblia realizada en un cabello.

Getty Images/iStockphoto

Museo de Saleros y Pimenteros

Solo dos museos hay en el mundo de Saleros y Pimenteros. Uno está en Tennesse, en Estados Unidos, y el otro aquí, en El Castell de Guadalest, que reúne más de 20.000 piezas, entre ellas algunas del siglo XVIII. Para dar a conocer la forma de vida y trabajo de los habitantes del valle fue concebido el Museo Etnológico, ubicado en una casa del casco antiguo con más de 300 años. Está dedicada a la vida rural, por eso muestra lo que sería un hogar tradicional, con su dormitorio, corral y despensa, al tiempo que explica las principales actividades de la zona, las que tienen que ver con los olivos y con los cereales. Aún nos queda un último museo, el de Historia Medieval. Así, repasando el pasado de esta localidad con tantas cosas para ver y hacer volvemos a donde empezamos: al castillo y sus vistas a la hora del atardecer.

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