Cinco pueblos con mucha cuesta que nos harán olvidar la de enero

Vista del pueblo de Cudillero, en Asturias.

CUDILLERO (Asturias)

Justo donde comienza la costa occidental de Asturias, Cudillero es un pintoresco pueblo pesquero en cuya Plaza de la Marina merece la pena pararse un momento. Desde este punto exacto se contemplan en todo su esplendor las casas de colores (amarillas, verdes, rosas, azules) que cuelgan sobre el anfiteatro natural que desde lo alto de la colina parecen querer precipitarse sobre el mar. Abajo quedan las tabernas, perfectas para degustar pixín (rape), y arriba, miradores increíbles a los que se llega a través de empinadas calles, escaleras y cuestas. turismocudillero.com

Empinada cuesta con escalones en la villa medieval de Albarracín.

ALBARRACÍN (Teruel)

Protegido por murallas, y por los Montes Universales, a 1.182 metros de altitud, en un espolón sobre un meandro del río Guadalaviar. Estas son las coordenadas para encontrar al que es uno de los pueblos más bonitos de Europa, detenido como está en plena Edad Media. Su difícil acceso ha permitido que se conserve tal cual desde hace siglos, con casas de yeso rojo y balcones corridos con barandilla de forja a punto de despeñarse por el abismo. Sus calles suben y bajan, adaptándose al terreno irregular. Desde el punto más alto un castillo nos vigila. albarracinturismo.com

Calle de Zahara de la Sierra con las típicas casas blancas.

ZAHARA DE LA SIERRA (Cádiz)

Muchos pueblos de Andalucía son blancos, pero solo los de la sierra de Cádiz lucen con orgullo tal distinción, como si de una denominación de origen se tratara. En el centro mismo del Parque Natural de Grazalema emerge, junto a su embalse, en una ladera de la sierra del Jaral, la bella Zahara, todo un espectáculo de color, siempre con flores en los balcones de las casas encaladas. El rumor del agua de sus fuentes naturales nos guía hacia el interior, típico entramado urbano andalusí, con calles escalonadas que de pronto se convierten en miradores. cadizturismo.com

Puente sobre el río Júcar con el castillo de Alcalá del Júcar al fondo. — Puente sobre el río Júcar que da acceso a la escalonada Alcalá del Júcar.

ALCALÁ DEL JÚCAR (Albacete)

Un puente romano que en realidad no lo es da acceso al casco antiguo de esta localidad de la comarca de La Manchuela que se eleva sobre la garganta que dibuja a su paso el río Júcar. A sus casas blancas y escalonadas, incrustadas en el peñón donde se asienta el pueblo, se accede por empinadísimas calles que trepan hasta el castillo, construido por los almohades entre los siglos XII y XIII. Su curiosa plaza de toros, al estilo de un estadio de la antigua Olimpia, con las gradas en la roca, y sus casas-cueva proporcionan aún más encanto al lugar. turismoalcaladeljucar.com

Vilafamés, pequeño pueblo medieval de casas de piedra.

VILAFAMÉS (Castellón)

No llega a los dos mil habitantes, pero todos los que lo visitan sienten ganas de quedarse a vivir en él. Este pueblo del interior de Castellón, rodeado por una muralla del siglo XIV, esquiva el mar para elevarse hasta el cielo, que casi se toca desde su castillo, de origen árabe, al que se accede por una escalinata. Antes habremos pasado por empedradas calles, estrechas y zigzagueantes, algunas con sorpresa, como la Roca Grossa, piedra inmóvil desde hace cientos de años y también poderosa: hay que tocarla y pedir tres deseos. Quedan advertidos: solo se cumple uno. vilafames.org