Aragón, cuna del talento TIC: cómo un centro de tecnología consiguió revolucionar todo un territorio

Veinte años han pasado desde que Aragón quiso cambiar su territorio desde dentro formando a los profesionales que llevarían las riendas de su futuro. En 2003, el Instituto Aragonés de Empleo (INAEM) fundó el Centro de Tecnologías Avanzadas (CTA) de Zaragoza, una cuna de enseñanzas TIC que cada año egresa a más de 2.000 personas en diversas áreas de conocimiento.

El CTA recibe de media unas 12.000 solicitudes para sus 120 cursos anuales. Hablamos de una sobredemanda de cerca del 85%, es decir, solo el 15% de los solicitantes consigue ingresar en uno de sus cotizados programas, aproximadamente.

En este espacio también se organizan más de una docena de jornadas técnicas al año que reúnen a los principales fabricantes de software y actores del sector tecnológico y, además, tiene en el ámbito estatal la calificación de Centro de Referencia Nacional en la Familia Profesional de Imagen y Sonido.

Se trata de una colaboración sin precedentes de carácter público-privado con los mayores fabricantes tecnológicos del mundo, que busca ofrecer a los ciudadanos de la región aragonesa -ya sean desempleados o trabajadores en activo- un revolucionario programa de formación certificada en Tecnologías de la Información y la Comunicación.

Actualmente cuenta con la acreditación de fabricantes tan importantes como Amazon, Cloudera, EC-Council, Cisco, Citrix, Google, ITIL, Microsoft, Oracle, Project Management Institute, Red Hat, SAP, ScrumManager, VMware y aplicación de tecnologías DevOps. El CTA fue el primer centro de formación para la ocupación en España que suscribió convenios de colaboración con este tipo de entidades.

En 2011, fue calificado como Centro Nacional de Referencia en Imagen y Sonido, visitado por otras Comunidades autónomas e instituciones para estudiar su modelo de gestión, reclamado por la Comisión Europea para exponer su experiencia formativa en competencias electrónicas para la innovación y ganado el Premio Ondas 2012 a la Innovación radiofónica en España.

El modelo aplicado, por su destacada implantación, obtuvo de la Agencia Estatal de Evaluación de las Políticas Públicas y la Calidad de los Servicios el Premio Ciudadanía 2012 del Gobierno de España a las Buenas Prácticas Administrativas.

También Bruselas destacaba el importante papel del CTA y reconocía al INAEM como segundo mejor servicio de empleo de España, superando la media de estándares de otros 27 países.

¿El principal logro del CTA en sus 20 años de vida? Ha sido capaz de crear talento TIC cualificado en su territorio a un ritmo nunca visto y lograr las tasas de inserción laboral más altas jamás registradas por un instituto público de empleo en España, alcanzando el 90% de media entre sus más de 35.000 alumnos.

EL RETO

Cuando se creó, el INAEM constató que el nivel de cualificación de los trabajadores de Aragón evidenciaba significativas carencias en el manejo de herramientas tecnológicas. Eso imposibilitaba que los aspirantes a encontrar trabajo pudieran ocupar puestos competitivos.

Pero, además, las empresas aragonesas no podían desarrollar todo su potencial tecnológico por falta de profesionales cualificados ni tenían adónde enviar a sus empleados para formarlos con calidad. Eso hacía que en Aragón no hubiera suficientes profesionales cualificados en TIC -estos solían trasladarse a Madrid o Barcelona- y, por tanto, las empresas se veían a menudo sin profesionales.

Con el objetivo de corregir esa situación nació el CTA. La apuesta era arriesgada, puesto que suponía, al principio, formar a candidatos que probablemente terminarían marchándose de Aragón para trabajar en ciudades más grandes. Pero esa fuga de talentos inicial pasó y el centro se convirtió en un programa formativo líder capaz de arrojar grandes profesionales tecnológicos a la región a medio y largo plazo.

SOBRE EL PROGRAMA

Es un programa que mezcla trabajadores en activo y desempleados. En esto hubo mucha discusión cuando arrancó el centro. Muchas veces se tiene la concepción de que los cursos van dirigidos a trabajadores o personas en paro y eso es un error: el core de la filosofía del CTA es poner en el centro lo que sabe el alumno, independientemente de su situación laboral, de manera que se conforman grupos homogéneos, de un nivel parecido de conocimiento. Y ahí está una de las claves del éxito de este modelo formativo.

Dicho modelo, además, supone una ventaja añadida en lo que a generación de empleo se refiere, ya que, como destaca Ángel Pardillos, que lideró el Centro de Tecnologías Avanzadas del Gobierno de Aragón durante más de 15 años, “si uno de los alumnos es un trabajador en activo haciendo un curso para mejorar en una determinada tecnología que quiere ampliar su equipo dentro de su empresa, esta persona no se va a ir a buscar personal a ninguna parte, solo tiene que girar la cabeza y contratar al profesional que está haciendo la formación con él”. “Las contrataciones ‘intra-curso’ en el CTA se han producido de forma salvaje”, subraya.

¿Por qué nació CTA? “En un momento determinado nos dimos cuenta de que no entendíamos qué era lo que nos pedían las empresas en cuanto a fuerza laboral, que no comprendíamos cuáles eran los perfiles que querían contratar”.

En aquel momento, veinte años atrás, los fabricantes ya solicitaban profesionales expertos en un área tecnológica determinada, sin embargo, en las bases de datos de la Administración lo único que existía era perfiles de personas formadas en una Formación Profesional, en una Ingeniería, en un Grado, en una Licenciatura... “Íbamos al fichero de especialidades y lo que nos pedían las empresas no existía, como mucho encontrábamos algo genérico, como ‘programador’, pero desde luego nada parecido a un ‘MCSE’ (Microsoft Certified Solutions Expert)”, explica Pardillos.

Para determinar cuáles eran esas necesidades del mercado laboral se compuso un equipo que se dedicó durante semanas a analizar qué era lo que estaban demandando de verdad las empresas tecnológicas. “Oracle, Microsoft y Cisco eran las palabras ‘más buscadas’ por las compañías, así que arrancamos la experiencia piloto del CTA con programas de formación relacionados con estas tecnologías”, recuerda.

Y la experiencia fue un éxito: si la tasa media de inserción laboral de las formaciones del SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal) estaba en torno al 45-50%, los programas de aquel ‘proto-CTA’ -alrededor de una docena de cursos- alcanzaron un 97% de inserción laboral -unas 200 personas consiguieron colocarse gracias a aquellas experiencias formativas-.

SOBRE LA EXPERIENCIA

Este modelo de desarrollo de una nueva filosofía de formación sienta sus bases en una premisa básica que se llevó a cabo cuando se puso en marcha: la primera necesidad del proyecto es identificar las necesidades formativas.

En ese sentido, una vez recogida la información y reconocido lo que demanda el sector para mejorar las capacitaciones de la fuerza laboral, las conclusiones a las que se lleguen son aplicables a cualquier territorio de forma más o menos general, puesto que la tecnología es la misma en una pequeña región de España o en un extenso país como puede ser, por ejemplo, Estados Unidos.

“Desde el principio identificamos que el modelo de formación iba a tener éxito era un modelo normalizado: formación oficial certificada de un fabricante, que te asegura que un ciudadano de Aragón pueda trabajar en su ciudad o en una empresa india, ya que el contenido y el modelo de certificación es común en todo el mundo”, indica Pardillos.

Una de las claves del éxito del CTA es su continua actualización. A diferencia de otras instituciones académicas tradicionales, el Centro de Tecnologías Avanzadas de Zaragoza revisa los contenidos de sus programas cada dos o tres años para que vayan acordes a los cambios que se producen en el sector tecnológico. Que normalmente no son pocos.

Y para lograr estar continuamente actualizados y alineados a las demandas de las empresas y de la industria, lo mejor -y esta es una premisa que funciona casi siempre- es preguntar. El CTA arrancó gracias al apoyo que le dieron alrededor de 250 informantes clave, que ayudaron a confeccionar una fotografía del estado de la situación en lo que se refiere a necesidades de formación, perfiles laborales requeridos y próximas tecnologías más utilizadas.

Asimismo, se contó con la opinión de los principales clústeres, organizaciones y entidades de la industria tecnológica para conocer qué era lo que requerían sus empresas en términos de empleo y cuáles eran los perfiles profesionales que necesitaban.

Finalmente, se encuestaba también a los propios alumnos, lo que suponía tener feedback de más de 2.000 personas todos los años referente no solo a lo que saben que se va a necesitar para medrar profesionalmente en el sector tecnológico (programas formativos que ya demandan las empresas), sino también a tecnologías en las que les gustaría formarse porque consideran que serán punteras en un futuro a medio o largo plazo.

“Con toda esa información en el bolsillo éramos capaces de hacer una muy buena diagnosis y componer una fotografía muy completa sobre cuáles iban a ser las tecnologías que iban a triunfar y así confeccionar cursos a medida de estas”, indica el actual director de People Transformation de Hiberus. “Quienes se formaban con nosotros, sobre todo en los inicios, encontraban después trabajo de forma inmediata. Porque éramos los únicos que estábamos generando talento en las especialidades que el mercado tecnológico realmente necesitaba”, añade.

En general, la programación del CTA suele dividirse en tres grandes bloques: tecnologías que son tendencia, tecnologías que son muy demandas por los profesionales y tecnologías que posicionan al centro como referente.

El éxito de este modelo es tan rotundo que otras comunidades autónomas han replicado la experiencia del CTA en sus territorios, bien implementándola como colaboración público-privada -como lo hace el centro aragonés- o bien llevándola a cabo solo desde la Administración. Algunos ejemplos son el Centro de Novas Tecnoloxías de Galicia, el Servicio Valenciano de Empleo y Formación, el Centro Tecnológico de la Institución Ferial de Extremadura, el Think-TIC de La Rioja, el Servicio Regional de Empleo y Formación de Murcia o el Centro de Formación en Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Madrid.

SOBRE LOS LOGROS CONSEGUIDOS

Una vez decidida la formación que se va a desarrollar el CTA saca a licitación pública el programa. Para participar en ella los fabricantes y centros formativos tienen que cumplir una larga lista de requisitos, de manera que solo optasen al programa perfiles de mucha referencia. El equipo docente es de reconocido prestigio en sus actividades profesionales (personal técnico certificado en los últimos productos del sector tecnológico y profesionales del sector audiovisual en todas sus ramas).

En los inicios, tal y como recuerda Pardillos, la mayoría de las candidaturas venían de Madrid o Barcelona, ya que en Zaragoza “no había tejido”. Sin embargo -y precisamente gracias al propio proyecto del CTA y sus frutos- actualmente Aragón hay mucho talento a nivel tecnológico, una floreciente red de empresas relacionadas con la tecnología que cada vez más se instalan en el territorio y diversos centros de I+D o de desarrollo de grandes multinacionales tech, como por ejemplo podría ser Amazon con sus tres data centers AWS.

“Desde el principio tuvimos claro que lo que se pretendía era favorecer la mejora profesional de nuestros ciudadanos, por lo que toda la formación está dirigida solo a personas que vivan en Aragón y trabajen en Aragón o a aquellas que vivan fuera pero que quieran venir a trabajar en empresas de Aragón”, comenta Pardillos

Así, 20 años después de la inauguración del CTA, compañías internacionales como la ya mencionada Amazon, Adidas, Everis -actual NTT Data-, Vueling o Deloitte han establecido sedes en la Comunidad porque detectaron que Aragón es tierra generadora de talento TIC.

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