¿Podemos parar la crisis de los chips si las principales empresas de producción de semiconductores construyen nuevas fábricas?

Actualmente la mayor parte de los sectores los utilizan semiconductores para fabricar alguna parte de sus productos.
Actualmente la mayor parte de los sectores los utilizan semiconductores para fabricar alguna parte de sus productos.
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Actualmente la mayor parte de los sectores los utilizan semiconductores para fabricar alguna parte de sus productos.

En un nuevo capítulo del culebrón sobre la crisis de los chips y cómo esta escasez mundial de semiconductores está dejando sin stock a la mayoría de las industrias, un puñado de sabios y doctores en nanotecnología por Twitter empezó a cuestionar si las empresas productoras no deberían estar construyendo como locas nuevas fábricas para producir más de estos pequeños circuitos y así acabar de una vez por todas y para siempre con la falta de provisiones. Error.

Si bien es cierto que las compañías más importantes en el terreno de la fabricación de chips están buscando nuevos destinos en los que expandirse, especialmente en Europa para que nuestro continente deje de depender de forma tan brutal de la producción externa de semiconductores, también lo es que Roma no se hizo en un día: los expertos del sector señalan que construir una de estas fábricas de circuitos integrados, que cuente con las últimas tecnologías y avances, no es un proceso rápido y se tardarían unos cuatro años en que estuviera plenamente operativa.

No obstante, la realidad es que la solución que los fabricantes de semiconductores plantean para esta crisis no es otra que algo simple y efectivo: producir más chips, de manera que así se pueda dar respuesta a la alta demanda actual e incluso ir preparando el terreno para un incremento de dicha demanda que va a tener lugar en pocos años, según la opinión de todos los expertos del sector. Y para ello, dado que ya están fabricando al máximo de su capacidad, lo que necesitan es construir nuevas plantas donde fabricar más circuitos.

Vamos a empezar por lo básico: ¿qué es un semiconductor y cómo se produce?

Un semiconductor es un elemento que se comporta o bien como un conductor o bien como un aislante dependiendo de circunstancias como la presión atmosférica, la temperatura, el campo magnético, la radiación que incide sobre él o la carga eléctrica.

Es precisamente la propiedad de pasar de aislar a conducir dependiendo de la carga eléctrica la que hace que los semiconductores sean ideales para construir componentes electrónicos. Actualmente la mayor parte de los sectores los utilizan para fabricar sus chips o circuitos integrados.

Para hacernos una idea, los últimos datos de la consultora Gartner cifran los ingresos en 2020 del mercado mundial de semiconductores en 466.237 millones de dólares -unos 380.000 millones de euros-, un 10,4% más que en 2019. Y los principales productores ya han anunciado que en este 2021 han superado con creces esas cifras, siendo este sin duda el año con sus mejores resultados históricos.

Como sabes, Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) es el mayor fabricante de chips del mundo y su país de origen es responsable de la producción de alrededor del 20% de todos los semiconductores a nivel global. Las empresas de allí, incluida TSMC, se han expandido para satisfacer el aumento de la demanda. Los países que le siguen son también asiáticos: Corea del Sur produce el 15%, con Samsung como principal fabricante, y Singapur el 7%.

Según Gartner, los tres primeros suministradores del mundo -Intel, Samsung y SK Hynix- controlan casi el 35% de las ventas mundiales. Entre los fabricantes, la taiwanesa TSMC ocupa la primera posición con un 58,8% del mercado por ingresos, seguida de UMS, que tiene una cuota del 7,8%.

Entre los 10 principales fabricantes de semiconductores del mundo solo uno es europeo, NXP. Europa lideró el mundo hace dos décadas gracias a su fuerte industria de electrónica de consumo con teléfonos móviles de primera generación fabricados por Nokia, Ericsson y Siemens. Pero después de que estos cayeran en popularidad, la producción de chips se trasladó principalmente a Asia.

Normalmente, TSMC y el resto de las empresas del sector están expuestos a la naturaleza altamente cíclica de la industria de los semiconductores. Durante los repuntes, deben asegurarse de tener suficiente capacidad de producción para satisfacer la fuerte demanda de los clientes. Y, durante las recesiones, deben lidiar con el exceso de capacidad debido a una demanda más débil y los altos costos fijos asociados con sus instalaciones de fabricación.

Sin embargo, en este momento nos enfrentamos a una situación distinta. La profunda escasez de semiconductores en la que llevamos sumidos más de un año comenzó a gestarse mucho antes y parte de ‘la culpa’ la tiene la crisis sanitaria global que estalló a principios de 2020: el confinamiento, el teletrabajo, las clases online... hicieron que se dispararan las compras de equipamiento tecnológico, provocando un desequilibrio entre la oferta y la demanda. A eso hay que añadirle que la industria que produce los chips también tuvo que paralizarse durante los primeros meses de la pandemia.

¿A qué afecta que no haya suficientes chips?

Es posible que pienses en ordenadores, móviles y consolas cuando oyes hablar de esta crisis -otra más-. Sin embargo, no son solo los sectores dedicados a la fabricación de dispositivos electrónicos los que están sufriendo los efectos de esta escasez: una de las industrias más perjudicadas es la de la automoción, con una importante falta de suministros para desarrollar los automóviles.

La sequía de chips hizo que se produjeran un millón de automóviles menos, el 5% de la producción total, en el primer trimestre de 2021 en comparación con el mismo período del año anterior, según el analista de mercado IHS Markit.

Coches, dispositivos y electrodomésticos son tres de los sectores de producción que se han visto más afectados debido a su enorme dependencia de semiconductores, pero no son los únicos que están atravesando una etapa difícil.

¿Esto nos toca en algo a España?

Los consumidores no nos mantenemos ajenos a esta problemática y actualmente estamos pagando un sobreprecio muy importante cuando compramos algunos productos que tienen una dependencia muy clara de la producción de chips. Dos buenos ejemplos de ello son las tarjetas gráficas y las videoconsolas.

Eso cuando están disponibles, porque muchos fabricantes están teniendo que sacar sus dispositivos de poco en poco stock por falta de componentes, como es el caso de Sony y Microsoft con sus nuevas consolas PS5 y Xbox Series X.

¿Hasta cuándo se prevé que dure la escasez y qué podemos hacer?

La demanda mundial de chips ha sido cíclica en general durante las últimas décadas. Sin embargo, el crecimiento sin cesar de las nuevas tecnologías, incluidos los servicios en la nube, las redes 5G y los servicios de inteligencia artificial, está alimentando un ‘superciclo’ de actualizaciones de chips que podría durar mucho más que un ciclo tradicional.

Los expertos no creen que esta sequía se vaya a pasar pronto. La crisis de los chips estará completamente superada en 2023, según Baris Altinkaya, Marketing deputy director de Vestel, fabricante de televisores que acapara el 18% de las ventas en Europa. Intel también sostiene que la escasez de chips y, por tanto, el incremento de los precios continuarán hasta dentro de un par de años y que seguro afectarán a la campaña navideña actual.

Su CEO, Pat Gelsinger, vaticinaba para BBC que es posible que “haya algunos pagarés bajo los árboles de Navidad de todo el mundo este año” en lugar de regalos. “Simplemente todo se queda corto en este momento. E incluso aunque mis compañeros de la industria y yo mismo estemos trabajando como locos para ponernos al día, va a pasar un tiempo [hasta que todo se recupere]”, explicaba, apuntando que las cosas mejorarían “gradualmente” el próximo año, pero que es poco probable que se estabilicen hasta 2023.

Algunos de los principales fabricantes de semiconductores ya están invirtiendo buena parte de sus recursos en poner en marcha nuevas factorías. Pero como decimos no hay margen para resolver esta crisis a corto plazo, pues levantar fábricas para producir chips no es algo que pueda hacerse de hoy para mañana.

A finales del pasado mes de marzo el propio Gelsinger anunció que la compañía que dirige invertirá aproximadamente 20.000 millones de dólares para poner a punto dos nuevas fábricas en su campus de la localidad de Ocotillo, en Arizona (Estados Unidos). Asimismo, tiene la mirada puesta en Europa para establecer en nuestro continente nuevas plantas que abastezcan a las industrias europeas.

No obstante, Intel no es en absoluto el único fabricante de chips que ya ha puesto en marcha la construcción de nuevas fábricas. TSMC, que actualmente es el mayor productor de circuitos integrados del planeta, ya ha iniciado las obras de una nueva factoría en Arizona (Estados Unidos) que le costará 12.000 millones de dólares. GlobalFoundries anunció a mediados del pasado mes de julio que va a construir una nueva fábrica en el estado de Nueva York que le permitirá duplicar su capacidad de producción de circuitos integrados. Y Texas Instruments inició en mayo la construcción de una nueva fábrica de chips en Dallas (Estados Unidos) que le costará 3.100 millones de dólares, y ha confirmado que planea construir otra más a corto plazo.

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