Es un secreto a voces que el dinero en metálico está condenado a desaparecer y surge la necesidad de una solución definitiva igual de efectiva y que no entienda de fronteras.
ALEX SAIZ
- CEO y fundador de Monei
Una tendencia que viene de años atrás con iniciativas como Bizum pero que se acrecentó durante la pandemia. Sin embargo, todavía sigue habiendo dos grandes desafíos: poder enviar y recibir dinero en segundos a otros países y simplificar y agilizar los pagos entre empresas.
Desafíos a solucionar
Solucionar estos desafíos a la vez que poder digitalizar todavía más el dinero, son algunas de las principales razones por las que algunos de los Bancos Centrales han comenzado a lanzar sus propias monedas digitales. Una inversión que representa una evolución en la forma en que manejamos y utilizamos el dinero y supondrían la alternativa natural a los medios tradicionales de pago como el efectivo.
El Banco Popular de China, el Banco de Canadá, el Banco de Japón o el Banco Nacional Suizo son algunos de los ejemplos de los pioneros que se han atrevido a experimentar con un proyecto piloto. Aunque, hasta ahora, deshacerse de los intermediarios financieros no ha sido, ni será tarea fácil, los resultados son prometedores.
Un paso más cerca del euro digital
En el caso de la zona euro, el Banco Central Europeo (BCE) también ha comenzado a analizar la posibilidad de lanzar el euro digital. Mientras esto se convierte en una realidad, en España, el Banco de España acaba de admitir EURM a una fase de pruebas. Se trata del primer proyecto que permite el envío de monedas digitales con paridad con el euro a escala mundial. Será a través de un token que representará un euro físico y que será custodiado por dos cuentas de salvaguardia en entidades financieras de referencia como BBVA y Caixabank.
Este proyecto permite elevar los pagos y el envío de dinero a un nuevo nivel, totalmente digitalizado, más seguro, programable y con unos costes muy inferiores a los actuales.
Qué se necesita para su funcionamiento
Para su funcionamiento, tan solo se necesita un número de teléfono y una comprobación de identidad mediante video identificación. Después el usuario podrá cargar su monedero con euros reales a través de Bizum y, de forma automática, se crearán tantos EURM como euros reales se hayan depositado que se podrán enviar al resto de cuentas registradas.
Así, el potencial número de usuarios de EURM sería tantos como líneas de telefonía hay, lo que equivale a casi 57 millones de personas solo en España y, potencialmente, 7.700 millones en el mundo. Esto significaría una modernización del sistema de pagos de la zona euro y de la economía internacional e impulsaría la competitividad de todo el mercado frente a otros actores internacionales.
Enorme repercusión en las empresas
Estas innovaciones repercuten enormemente en todas las empresas y en su gestión de cobros y pagos, ya que los usos de EURM pueden ser programados sin la necesidad de la intervención humana, sin fronteras y sin un mayor coste por transacción.
Sería posible enviar desde cientos de euros a fracciones de céntimos cada cierto intervalo de tiempo, incluso milisegundos, ya sea para pagar dietas de transporte, alimentación a empleados o programar el pago diario a proveedores según el consumo que haya habido ese día. También se podría permitir a los empleados elegir si quieren recibir la nómina con pago diario, semanal, quincenal o mensual, sin que suponga un mayor trabajo para la compañía. Las posibilidades son infinitas.
La adopción de la moneda totalmente digital llevará tiempo
A pesar de todo, tenemos que ser conscientes de que la adopción de una moneda totalmente digital llevará su tiempo. Especialmente, si tenemos en cuenta que, en el caso de España, el 66% de las compras aún se realizan con efectivo. También habría que explorar una nueva legislación que logre un equilibrio entre innovación y regulación que garantice la estabilidad del sistema financiero digital y asegure la privacidad de los datos de los usuarios.
Oportunidad para modernizar la zona del euro
Ante estos retos, EURM supone una oportunidad única para modernizar y fortalecer el sistema financiero de la zona del euro. Es una alternativa segura, estable y trasparente que demostraría al resto de Europa y del mundo que estamos a la vanguardia de la economía digital. No se trata de impulsar una revolución del sistema de pagos, sino de liderar una evolución lógica que responde a las necesidades de empresas y usuarios. Sí, es cierto que hoy en día más de la mitad de las compras se efectúan en efectivo, pero no debemos olvidar que hace tan solo 4 años, suponían el 83%.
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