
La Agencia Espacial Europea indica en un comunicado que “el astrónomo Krisztián Sárneczky descubrió un nuevo objeto brillante y de rápido movimiento en el cielo utilizando el telescopio Schmidt”, pero, ¿de qué se trataba?
El asteroide ‘2022 EB5’ impactó contra la atmósfera de la Tierra el pasado 11 de marzo, tratándose del quinto cuerpo celeste que entra en la capa gaseosa de nuestro planeta y tiene rumbo de colisión.
Se observó el asteroide a las 20:25 horas españolas desde la estación Piszkéstető del Observatorio Konkoly (Hungría), además, los datos indicaban que el objeto estaba a dos horas de colisionar con la atmósfera de la Tierra desde que se contempló.
Cerca de las 22:23 horas españolas se detectó su estela en Hungría y el asteroide chocó contra la atmósfera terrestre al suroeste de la isla de Jan Mayen, en el mar de Noruega. El cuerpo celeste rocoso produjo una ráfaga de aire a una altura de 20-30 kilómetros, se rompió en pequeños fragmentos y cayó en el mar.
Con relación a la hora del impacto, algunos observadores del norte de Islandia afirmaron que vieron un destello brillante, poco después, las señales del asteroide se registraron en las estaciones infrasónicas de Groenlandia y Noruega.
El profesor Peter Brown comparte en su cuenta de Twitter que las señales estiman la energía total del evento en torno a dos kilotones de TNT, asimismo, calculan la velocidad del asteroide.
Infrasound detection from 2022 EB5 impact off the coast of Iceland at I37NO between 2223-2227 UTC. Below is I18DK infrasound data in Greenland. Arrival near 2340 UTC. From this data yield is approximately 2-3 kT TNT. At 15 km/s, this is roughly 3-4 m diameter. @WesternU #2002EB5 pic.twitter.com/FYI9jn7zCb
— Peter Brown (@pgbrown) March 12, 2022
2022 EB5 entró a 18 kilómetros por segundo en la Tierra y los expertos creen que la roca espacial se quemó en la atmósfera, creando una bola de fuego en el cielo. De momento, los datos son provisionales y el asteroide no ha representado ningún peligro para el planeta.
Más datos sobre 2022 EB5
Los primeros cálculos apuntaban que existía un 1% de probabilidades de que la roca chocara con la Tierra, no obstante, las observaciones realizadas por Sárneczky indicaban que había un riesgo del 100%.
Los científicos desconocían el tamaño del asteroide, pero estimaban que midiese entre uno y dos metros por su tamaño. Este tipo de rocas se detectan cuando están muy cerca de la Tierra, además, no suponen ningún peligro porque se desintegran en la entrada de la atmósfera.

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