¿Qué es la gerascofobia? Cuando el pánico a envejecer domina nuestra vida

  • Afecta de forma muy intensa a la calidad de vida de las personas que la padecen provocando, incluso, cuadros de ansiedad.
  • No se obsesionan solo con los cambios del aspecto físico sino también con otras consecuencias que la vejez puede traer consigo como la pérdida de movilidad o el empeoramiento de la salud.
Gothel, la madrastra de Rapunzel, es un claro ejemplo de persona con miedo a envejecer.
Gothel, la madrastra de Rapunzel, es un claro ejemplo de persona con miedo a envejecer.
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Gothel, la madrastra de Rapunzel, es un claro ejemplo de persona con miedo a envejecer.

La obsesión por no envejecer ha inspirado cientos de fascinantes y a la vez inquietantes historias que plagan la literatura, el cine y otras muchas artes. Desde la novela El retrato de Dorian Gray escrita por Oscar Wilde en 1890, que daría pie a casi dos docenas de versiones cinematográficas, hasta el personaje de Gothel, la malvada anciana que secuestra a Rapunzel y utiliza el poder de sus cabellos para egoístamente prolongar su propia vida.

Más allá de los mitos culturales, esta fobia o temor irracional a envejecer se conoce técnicamente como gerascofobia o gerontofobia y puede suponer un gran problema ya que afecta de forma muy intensa a la calidad de vida de las personas que la padecen provocando, incluso, cuadros de ansiedad.

¿Cómo se manifiesta?

Quien tiene gerascofobia no solo sufre enormemente con los cambios de su aspecto físico que se suceden con el paso de los años sino también con otras consecuencias que la vejez puede traer consigo como la pérdida de movilidad, la posibilidad de ser llevado a una residencia, el empeoramiento de la salud o tener que depender de los demás.

Algunos de los síntomas más frecuentes son:

- Ocultan su edad real.

- Uso de ropa excesivamente juvenil o discordante con su edad.

- Obsesión por los retoques estéticos, los tratamientos antiedad, los tintes y prótesis capilares, las cremas antiarrugas, el maquillaje...

- Actitudes o comportamientos impropios de su edad.

- Tener pensamientos recurrentes negativos sobre el futuro y el hecho de envejecer que provocan ansiedad.

- Inseguridad ante la falta de control sobre el propio cuerpo que antes se percibía atractivo.

- Impotencia por no poder parar el proceso natural de envejecimiento.

- Problemas para asumir las comparaciones con otras personas más jóvenes que desemboca en envidias.

- Miedo excesivo a la fragilidad, el empeoramiento de la salud, la dependencia de otras personas, la soledad y a no sentirse útil.

¿Qué la origina?

Una sociedad como la actual en la que industrias como las de la moda, la estética o el entrenamiento, y sectores como la publicidad y los medios de comunicación idealizan y asocian la juventud con estereotipos positivos en contraposición a loas estereotipos negativos que relacionan con la madurez y la vejez tiene mucho que ver con la proliferación de esta fobia.

Las personas que sufren gerascofobia son, además, personas altamente narcisistas, que no dan valor a aspectos identitarios y de personalidad que no sean físicos, que tienen miedo a no entrar en los cánones de belleza y juventud que propone la sociedad de consumo, que sienten pánico a ser rechazados, que creen que han pasado los mejores años de su vida sin haber cumplido sus sueños y que no solo tienen miedo a la enfermedad y la muerte sino a limitaciones que conlleven, por ejemplo, el uso de gafas, de audífono o usar un bastón para caminar.

¿Hay personas más predispuestas que otras a la gerascofobia?

Aunque no existe una sola causa para sufrir gerascofobia los expertos del canal de salud Mapfre exponen algunos posibles facilitadores:

- Personas que, por su profesión o experiencias, han vivido muy focalizadas en algunas características propias de la juventud como, por ejemplo, modelos, actores... O, también, personas muy expuestas a la crítica social y el juicio ajeno, como famosos, presentadores...

- Personas que, por determinadas circunstancias, han estado muy dedicadas a lo largo de su vida a cuidar su aspecto físico y la apariencia ante los demás.

- Personas que, en algún momento de su vida, se han visto expuestas a algún acontecimiento difícil o traumático, que les haya llevado a relacionar la vejez con alguna experiencia desagradable.

- Personas que sienten insatisfacción por no haber podido conseguir determinados objetivos o proyectos vitales significativos, junto a la sensación de haber perdido los años “más productivos o mejores” de la vida.

- Personas que al entrar en contacto con personas mayores han percibido los aspectos más negativos o vulnerables de ese momento vital.

- Asimismo, esta patología puede asociarse a personas inseguras, con baja autoestima y con una fuerte dependencia.

¿Cómo podemos trabajar esta fobia?

Estas son algunos de los consejos que aportan los psicólogos:

- Aceptar con naturalidad y no tratar de ocultar los signos externos de la madurez.

- Entender que estos cambios físicos y psicológicos no se producen de forma brusca sino gradual.

- No abandonarse ni pasar al lado opuesto. Es importante seguir cuidándose pero sin obsesiones.

- Realizar un trabajo de introspección para reconocer las cualidades y valores internos que se poseen como persona. Es decir, valorarse también por lo que uno es y ha construido por dentro no solo por el aspecto externo.

- Vivir el presente sin obsesionarse con el futuro, lo que va a ocurrir ni la ansiedad que nos produce el no poder controlarlo. Técnicas como el mindfulness son muy beneficiosas.

- Entrenar el cerebro para convertir los pensamientos negativos en positivos. Po ejemplo, si la mente se asusta ante la visión de un futuro en la que caminaremos más despacio compensarlo con la idea de que tendremos mucho más tiempo libre para caminar.

- Hacer balance de las experiencias vividas y buscar las infinitas posibilidades que nos ofrece cada nueva etapa.

- Mantener las ganas de disfrutar y aprender en todo momento.

- Cuidar los hábitos de alimentación, ejercicio físico y sueño.

- Cuidar la mente realizando ejercicios y actividades que estimulen la atención, la concentración y la memoria.

- Mantener la vida social, el contacto con personas, las costumbres y aficiones y compartir con amigos o personas de confianza las inquietudes que nos provoca la edad pueden ayudar a relativizar estos miedos.

- Recurrir a algún profesional de la psicología si estos miedos interfieren de forma notable en la vida diaria o nos sentimos incapaces de superarlos.

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