Las primeras señales de alerta de la demencia podrían estar en nuestra sangre

Varios tubos con muestras de sangre, en una imagen de archivo.
Varios tubos con muestras de sangre, en una imagen de archivo.
PIXABAY
Varios tubos con muestras de sangre, en una imagen de archivo.

Al igual que sucede con el alzhéimer, la demencia es una enfermedad caracterizada por el deterioro de la memoria y la función cognitiva para la que todavía no existe una cura, de ahí que la detección temprana es crucial para tratar sus efectos.

En este sentido, un equipo de investigadores alemanes ha logrado identificar una serie de moléculas que controlan la producción de proteínas y el metabolismo del cuerpo, y que podrían predecir la demencia.

Sobre la necesidad de prevención se ha referido en un comunicado el neurólogo André Fischer, del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE) y uno de los autores de esta investigación, publicada en EMBO Molecular Medicine.

"Necesitamos pruebas que respondan preferiblemente antes del inicio de la demencia y estimen de manera confiable el riesgo de enfermedad posterior", apunta Fischer. "En otras palabras, pruebas que den una advertencia temprana. Estamos seguros de que los resultados de nuestro estudio actual allanan el camino para tales pruebas", indica.

En concreto, los investigadores realizaron una combinación de experimentos con humanos -132 voluntarios humanos sanos y 53 personas mayores con deterioro cognitivo leve-, ratones y muestras de laboratorio, lo que les permitió identificar tres microARN relacionados con el rendimiento mental.

Los niveles más altos de microARN se relacionaron con el deterioro mental en ratones, así como con la aparición de demencia en las personas mayores con deterorio cognitivo leve. En este grupo, el 90% de los que presentaban niveles elevados de estos biomarcadores pasó a desarrollar alzhéimer en dos años.

Asimismo, los estudios en ratones y cultivos celulares mostraron que esos tres microARN estaban asociados con procesos inflamatorios en el cerebro y la neuroplasticidad, es decir, la facilidad de las neuronas para formar conexiones.

"No son solo marcadores, sino que también tienen un impacto activo en los procesos patológicos", apunta Fischer, lo que "los convierte en objetivos potenciales para la terapia".

Por ahora, los investigadores han comprobado en ratones cómo la capacidad de aprendizaje mejora cuando estos microARN se bloquean con fármacos, por lo que creen que estas moléculas reguladoras también podrían indicar cómo se apodera la demencia del cerebro y estimar así el riesgo futuro.

El siguiente paso para los científicos es desarrollar un proceso de detección sencillo y no invasivo, como un análisis de sangre, para poder buscar estos biomarcadores de microARN y utilizarse en controles regulares.

"Cuando se manifiestan los síntomas de la demencia, el cerebro ya se ha dañado de forma masiva", indica Fischer. "Actualmente, el diagnóstico tiene lugar demasiado tarde, incluso teniendo la posibilidad de un tratamiento eficaz. Si la demencia se detecta de forma temprana, aumentan las probabilidades de influir positivamente en el curso de la enfermedad", concluye.

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