Qué pasa si comes chirimoyas cada día

Las chirimoyas son una fruta que procede del chirimoyo, un árbol de la familia de las anonáceas y cuyo origen está en los Andes peruanos y las montañas de Ecuador, donde crece de forma espontánea, aunque su cultivo se ha extendido a todo el planeta después de que los españoles las descubrieran en América. 

Este fruto es típico del invierno, la época del año en la que se puede encontrar en estado óptimo de maduración, es decir, cuando más sabor y propiedades nutritivas tiene. Así, se convierte en una muy buena opción para acompañar los platos o como postre o meriendas. 

Valor nutritivo de las chirimoyas

Como chirimoyas de manera habitual es una muy buena forma de conseguir vitaminas y minerales. Además, como sucede con la gran mayoría de frutas, las chirimoyas tienen un alto contenido en agua, aunque son bastante energéticas en comparación con otros frutos, ya que aportan 90 kcal por cada 100 gramos de producto comestible.

Esto es debido a que poseen gran cantidad de carbohidratos, alrededor de un 20% de su peso. La mayoría de ellos son azúcares simples como la fructosa y la glucosa (11%) y la sacarosa (9%), según indican desde la Fundación Española de Nutrición (FEN).

Sin embargo, las propiedades de las chirimoyas van más allá, ya que contiene alrededor de 18 mg de Vitamina C por cada 100 gramos de fruto comestible. Así, una ración de chirimoya cubre el 36% de las ingestas recomendadas para esta vitamina. Así, tiene propiedades antioxidantes, ya que la vitamina C contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo.

Destacado es su aporte de potasio entre los minerales, ya que una ración supone un 13% de las ingestas recomendadas. En total, son 382 mg de potasio por cada 100 gramos de fruto. El potasio contribuye al correcto funcionamiento de los músculos y del sistema nervioso. Igualmente, posee 30 mg de calcio y 21 mg de fósforo.