Superar un tratamiento oncológico y recibir la noticia de que todo está bien es, por un lado, el primer paso para experimentar un gran alivio y mucha felicidad. Sin embargo, aunque el cuerpo parezca recuperado de la enfermedad, muchas veces la mente sigue un camino mucho más lento para recobrar el estado anterior al diagnóstico. Superar las secuelas psicológicas de una dolencia de este calibre puede llevar su tiempo (incluso años) y es importante saber reconocer las emociones, gestionarlas y aprender a desahogarse.
¿Cuáles son las principales secuelas psicológicas y emocionales que deja la enfermedad tras superarla? Los especialistas del prestigioso centro oncológico MD Anderson Cancer Center de Madrid señalan que los problemas más frecuentes que deben afrontar los supervivientes de cáncer son:
Termor a la recidiva (o repetición la enfermedad)
Uno de los grandes temores con los que tendrán que lidiar quienes han superado un cáncer es el de vivir con el miedo a que la enfermedad reaparezca en algún momento. "En algunos casos, un acontecimiento importante, como el aniversario del diagnóstico o el final del tratamiento con el oncólogo, puede desencadenar estos sentimientos” señalan. Esto también se conoce como el llamado ‘síndrome de Damocles’: la angustia recurrente a que el cáncer vuelva de nuevo.
Depresión
Según los datos del MD Anderson se calcula que el 70% de los supervivientes de cáncer presentan depresión en algún momento. Muchas veces, además, es difícil de diagnosticar ya que los síntomas son muy similares a los efectos secundarios del tratamiento oncológico (perdida de peso, cansancio, insomnio...). Sin embargo, es importante estar pendientes y buscar ayuda si se tienen sospechas de sufrir una depresión ya que estudios realizados en pacientes durante diez años indicaron que aquellos con síntomas depresivos tienen una esperanza de vida más corta.
Duelo
Muchos pacientes se enfrentan a un proceso de duelo tras superar la enfermedad asociado a las diferentes pérdidas que ha vivido durante el tratamiento: pérdida de la salud, del deseo sexual, de la independencia física... Y superar un duelo conlleva atravesar diferentes etapas de forma progresiva. Los expertos del MD Anderson aconsejan buscar la ayuda de “los grupos de apoyo y la asistencia psicológica para enfrentarse a estos problemas”.
Pérdida de la autoestima
Para muchas personas que han superado la enfermedad pero que en el proceso han sufrido pérdida de órganos, amputaciones o desfiguraciones puede convertirse en un largo proceso recuperar la autoestima así como las relaciones íntimas con su pareja. La comunicación con el otro y la ayuda de algún terapeuta pueden convertirse en fundamentales.
Culpa del superviviente
Es también habitual que muchos pacientes recuperados se sientan culpables por sobrevivir a la enfermedad cuando muchos otros no lo consiguen. Los especialistas recomiendan que “si se tiene un sentimiento de culpa prolongado, un psicoterapeuta o un grupo de apoyo pueden ayudar a expresar los sentimientos”.
Problemas en las relaciones sociales
Los supervivientes de cáncer pueden encontrarse diversas barreras en la comunicación para hablar de la enfermedad con los amigos, los familiares o los compañeros de trabajo. En este sentido es importante que desde el otro lado no se intente fingir que no ha pasado nada o evitar hablar sobre el tema. Encontrar un apoyo en los demás para desahogar las emociones es fundamental.
Miedo a no poder recuperar la vida anterior
Uno de los grandes temores de los pacientes recuperados es la incertidumbre de si podrán rendir del mismo modo en el trabajo o con la pareja.
¿Cómo recuperar la vida una vez libres de la enfermedad?
Por su parte, la psicooncóloga del MD Anderson Cancer Center de Madrid, Marta de la Fuente, resume en declaraciones al portal Infosalus de Europa Press los nueve pasos para recuperar progresivamente la vida y hacer frente a las secuelas psicológicas de un cáncer:
1. Ir poco a poco: “No hay que evitar hacer las cosas que se hacían antes pero hay que ir poco a poco para recuperar el espacio que la enfermedad restó a la vida personal y profesional”. Esto implica también ajustar las expectativas para que no excedan nuestra capacidad de actuación.
2. Ser muy flexibles: evitar marcar objetivos muy amplios y escuchar al cuerpo y sus reacciones ante el aumento de actividad. Si un día la actividad resulta agotadora hay que afrontar el día siguiente de forma más tranquila.
3. Tener presente la importancia del autocuidado: en la alimentación, siguiendo hábitos saludables y practicando ejercicio físico.
4. Pedir ayuda cuando se necesita: a pesar de sentirse bien, hay que pensar que existirán momentos en los que esto no será así y hay que aprender a convivir con las secuelas.
5. Aceptar el miedo a la posible recaída y tratar que este miedo no impida centrarse en el presente.
6. Buscar el equilibrio en todas las áreas: hay que evitar centrarse más en un área que en otra, ya sea laboral, personal, social o familiar.
7. Priorizar en uno mismo: para ello hay que marcar límites, decir que no y poner encima de todo nuestros derechos, si estamos bien podremos cuidar también de los demás.
8. Fomentar la independencia: no somos ya enfermos, aunque hayamos estado enfermos y hayamos dependido de alguien.
9. No evitar hacer las cosas que se hacían antes: hay que volver a hacerlas pero poco a poco, recuperado así a las personas con las que compartíamos nuestra vida.
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