¿Qué tipos de quemaduras hay y cómo se tratan?

Protegerse la piel del sol, incluso al pasear por la ciudad, es la mejor forma de prevenir las quemaduras solares.
Las quemaduras solares son un ejemplo común de quemadura leve.
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Protegerse la piel del sol, incluso al pasear por la ciudad, es la mejor forma de prevenir las quemaduras solares.

Casi todos hemos experimentado alguna quemadura, de uno u otro tipo, a lo largo de nuestras vidas. Se trata de lesiones especialmente molestas y dolorosas, que además requieren un cuidado especial para garantizar que sanen correctamente.

¿Qué es exactamente una quemadura y qué tipos hay?

Concretamente, por quemadura entendemos ciertos tipos de lesiones producidas por el sol, líquidos calientes, vapor, llamas, sustancias químicas, materiales incandescentes y electricidad principalmente. Por eso mismo, son relativamente comunes las que se dan en el ámbito de la cocina, por ejemplo, o las quemaduras solares.

En función de su gravedad, su causa y su localización, las quemaduras pueden solucionarse simplemente con primeros auxilios o pueden requerir de atención médica urgente.

Por ejemplo, las quemaduras leves en la piel no suelen necesitar atención de emergencia, pero sí podrían necesitarla si se producen en los ojos, la boca o los genitales, o si la sufre un niño pequeño o un adulto mayor.

Sea como sea, podemos clasificar las quemaduras según su gravedad en cuatro grados diferentes.

Las de primer grado son las superficiales: afectan únicamente a la epidermis, la capa exterior de la piel. Se reconocen porque la zona se presenta roja, seca y sin ampollas. Estas serían por ejemplo las quemaduras solares habituales.

Las de segundo grado son aquellas en las que ya existe daño en capas inferiores de la piel. En este caso sí pueden aparecer signos como ampollas, inflamación o dolor intenso.

Las de tercer grado, por su parte, afectan a todas las capas de la piel e incluso al tejido subcutáneo. En este caso, la zona afectada pierde sensibilidad y puede presentarse blanca o negra, con aspecto carbonizado.

Finalmente, las quemaduras de cuarto grado son aquellas en las que la lesión afecta a tejidos internos como huesos, tendones, músculos u órganos. En esta instancia, la sensibilidad suele desvanecerse por completo debido al daño sufrido por las terminaciones nerviosas.

¿Cómo se tratan?

Como señalábamos, la mayoría de quemaduras leves pueden abordarse tranquilamente en casa. Para ello, hay que conocer algunas medidas básicas de primeros auxilios.

Por ejemplo, es necesario refrescar la zona, por ejemplo colocándola bajo agua corriente fresca (no fría) durante unos minutos, o empleando un paño fresco y húmedo. Previamente, se recomienda retirar anillos u otros elementos ajustados, antes de que aparezca inflamación.

Debe evitarse en todo caso romper las ampollas, ya que hacerlo aumenta el riesgo de infección. Si se rompen accidentalmente o por sí solas, es conveniente limpiar bien y desinfectar el área.

Algunas lociones, como las que contienen aloe vera, pueden ayudar a combatir la sequedad y proporcionar un cierto alivio de los síntomas de las quemaduras.

Por último, se considera adecuado cubrir la zona para protegerla de los elementos externos (por ejemplo, vendándola) y tomar, si es necesario, analgésicos de venta libre en las dosis habituales.

Deberemos buscar ayuda médica, por el contrario, si observamos que las quemaduras son profundas (tercer y cuarto grado y en ocasiones segundo grado); provocan que la piel se ponga áspera; tienen aspecto carbonizado; afectan a un área mayor a unos 8 centímetros cuadrados; se producen en la cara, las manos, los pies, los genitales o las mucosas; si se inflaman rápidamente; o si van acompañadas de inhalación de humo.

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