Qué son, cómo se contraen y cómo se eliminan las ladillas

Una ladilla.
Una ladilla.
D. Drew / WIKIMEDIA COMMONS
Una ladilla.

Las relaciones sexuales, por el contacto estrecho y prolongado que suponen con otra persona, son una vía frecuente de transmisión de un buen número de enfermedades. Una de ellas, contra la que ni siquiera medidas de seguridad fundamentales como el preservativo pueden protegernos, es la ftiriasis o infestación por ladillas.

¿Qué son las ladillas?

Ladilla es el nombre común que recibe Pthirus pubis, un insecto anopluro (es decir, un tipo de piojo hematófago, que se alimenta de sangre) ectoparásito (lo que significa que es un parásito que vive en el exterior de otro organismo) del ser humano.

Por lo general, se sitúan en la zona púbica del anfitrión, lo que explica que la inmensa mayoría de contagios se den por vía sexual. No obstante, en ocasiones también pueden hospedarse en otras partes del cuerpo, como el cabello, las cejas, las pestañas y el vello corporal o de las axilas, lo que explica que en ciertas instancias puedan transmitirse de persona a persona de otras formas, como el uso de ropa de una persona portadora. La única forma de evitar contraer ladillas es asegurarse de que la pareja sexual no está infestada.

Debido a sus hábitos alimenticios, las ladillas provocan una serie de pequeñas lesiones que en conjunto producen una intensa picazón. Además, como consecuencia, pueden aparecer puntos en la piel (en la forma de prurito) y pequeñas manchas en la ropa interior debidas a las gotas de sangre.

¿Cómo se eliminan?

Afortunadamente, la ftiriasis es muy sencilla de tratar: normalmente, basta simplemente con emplear productos de venta libre con insecticidas como la permetrina o las piretrinas, disponibles en farmacias.

No obstante, puede suceder que el problema no remita con este método. En tal caso, es preciso acudir a un médico, que podrá recetarnos tratamientos más potentes como malatión o ivermectina. 

Sea como sea, sí que es importante destacar que conviene revisar y tratar a fondo todas las zonas vellosas del cuerpo, ya que como señalábamos las ladillas pueden refugiarse en ellas. Igualmente, se debe tener en cuenta que la depilación o el afeitado no necesariamente terminan con los parásitos.

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