Qué debes saber antes de tomar lorazepam, uno de los medicamentos más comunes para la ansiedad

Cápsulas de medicamento
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Cápsulas de medicamento

Al usar fármacos, es fundamental informarse sobre cómo funcionan, qué efectos adversos tienen, cuáles son las dosis adecuadas, con qué otros medicamentos no deberíamos mezclarlos y en qué situaciones están contraindicados. De esta forma, evitaremos sufrir posibles consecuencias indeseables.

¿Qué es y cómo funciona el lorazepam?

El lorazepam es un fármaco ansiolítico de la familia de las benzodiacepinas que se emplea en el tratamiento de los estados de ansiedad y otras patologías como el síndrome del intestino irritable, la epilepsia o el insomnio.

Tiene efectos hipnóticos, que favorecen el sueño a corto plazo y disminuyen la excitación del cerebro: es decir, es un depresor del sistema nervioso central.

¿Cuáles son sus efectos secundarios?

El lorazepam puede provocar una serie de efectos adversos más o menos frecuentes, que no obstante suelen desaparecer al cabo de unas pocas semanas de tratamiento en la mayoría de los pacientes.

El más frecuente (afecta a más de una de cada diez personas) es la sensación de ahogo. Algo más raros (hasta a una de cada diez personas) son la confusión, la depresión, el desenmascaramiento de una depresión ya existente, la ataxia (descoordinación), los mareos, la debilidad muscular y la astenia (fatiga y cansancio).

Aún más raramente (hasta a una de cada cien personas) el lorazepam puede producir cambios en la libido, disminución del orgasmo, impotencia y náuseas.

Por último, se han reportado con frecuencia desconocida efectos como trombocitopenia, agranulocitosis, pancitopenia, reacciones de hipersensibilidad o anafilácticas, síndrome de secreción inapropiada de hormona antidiurética, hiponatremia, desinhibición, euforia, ideación e intentos suicidas, ansiedad, agitación, excitación, hostilidad, agresividad, furia, alteraciones del sueño, deseo sexual, alucinaciones, temblor, disartria, cefaleas, convulsiones, amnesia, coma, alteraciones de la atención, trastorno del equilibrio, problemas visuales, vértigo, hipotensión, insuficiencia respiratoria, apnea, empeoramiento de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), estreñimiento, ictericia, angioedema, alopecia, hipotermia, aumento de la bilirrubina, aumento de las transaminasas o aumento de la fosfatasa alcalina.

La AEMPS destaca igualmente en el prospecto del medicamento que puede provocar dependencia, llegando a producir síntomas con la retirada repentina del medicamento.

¿En qué casos está contraindicado?

Hay una serie de supuestos en los que se deben mantener unas precauciones especiales.

Por ejemplo, deben evitarlo completamente las personas que sean alérgicas al lorazepam o a cualquier componente del medicamento, las personas que padezcan dificultades respiratorias (incluida la apnea del sueño, quienes padezcan miastenia gravis o quienes padezcan alteraciones hepáticas graves.

Igualmente, deberían consultar con el médico quienes tengan problemas hepáticos; quienes estén embarazadas, o se queden embarazadas durante el tratamiento; y quienes tomen fármacos como antipsicóticos, neurolépticos, hipnóticos, ansiolíticos/sedantes, antidepresivos, analgésicos potentes, medicamentos para la terapia de sustitución, ciertos medicamentos opioides para la tos, antiepilépticos, barbitúricos, antihistamínicos, clozapina, valproato, pronecid, teofilina o aminofilina.

¿Cuál es la dosis apropiada?

La dosis deberá determinarla en cada caso un médico (hay que recordar que el lorazepam está siempre sujeto a receta médica) en función de las características de cada caso en concreto.

A nivel orientativo, en adultos la dosis habitual va de 0,5mg al día hasta los 3mg al día por ansiedad generalizada o ansiedad asociada a síntomas depresivos y de 1 a 4mg diarios en insomnio.

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