Los cinco sentidos no bastan: ¿Qué es la propiocepción?

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Tradicionalmente se ha dicho que las personas tenemos cinco sentidos (vista, oído, tacto, gusto y olfato). Sin embargo, hace años ya que la ciencia nos adjudica nada menos que cuatro más.

Estos serían la termorrecepción, que nos permite percibir la temperatura; la nocicepción, o la percepción del dolor; la equilibriocepción, o sentido del equilibrio y, finalmente, la propiocepción, algo así como el sentido del propio cuerpo.

¿Qué es la propiocepción?

La propiocepción no es, por tanto, otra cosa que el conocimiento que tiene nuestro organismo de la posición de sus distintos músculos, lo que le informa de la posición relativa de las distintas partes del cuerpo. Puede parecer algo obvio, pero es imprescindible para cosas como tener reacciones reflejas, mantener el equilibrio o regular hacia donde nos movemos.

Por supuesto, la idea de que los seres humanos tenemos más sentidos que los cinco tradicionales se sustenta en propiedades físicas del cuerpo. Así, más allá de la catalogación de las distintas sensaciones que podemos tener, existe todo un sistema propioceptivo con receptores y nervios, que se localizan en los músculos, articulaciones, tendones y en el aparato vestibular (un sistema de cámaras en el oído interno relacionado con el equilibrio).

¿Puede faltar la propiocepción?

Como sucede con los demás sentidos, se pueden padecer deficiencias o disfunciones en la propiocepción; mayormente, debido a lesiones neurológicas. Cuando esto sucede, los síntomas incluyen la dificultad para mantener el cuerpo erguido, para realizar actividades con las dos manos o manejar herramientas, falta de concentración, inquietud postural, rigidez y la ausencia de la noción de peligro.

Si esto sucede, existe una serie de ejercicios especiales dedicados a entrenar o rehabilitar este sentido, aunque el pronóstico varía mucho según la naturaleza y gravedad de la lesión. Por ejemplo, después de subir una lesión deportiva (como un esguince o una fractura ósea) es necesario re-entrenar la propiocepción en la zona afectada, algo que normalmente se recupera sin problemas. En cambio, si la lesión es neurológica, la dificultad de la recuperación puede variar ampliamente.

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