¿Cambia la orientación sexual de las personas con la edad?

Dos mujeres besándose.
Dos mujeres besándose.
Massimo Percossi / EFE
Dos mujeres besándose.

La sexualidad ha sido muy a menudo reducida en el imaginario colectivo hasta simplificaciones casi caricaturescas, pese a la importancia vital que tiene sobre casi todas las esferas de la vida humana.

Afortunadamente, a lo largo de décadas varios movimientos sociales por los derechos de algunas minorías históricamente oprimidas por su identidad sexual han logrado situar la existencia de estos colectivos en el debate público, alumbrando la riqueza y variedad de la sexualidad humana.

Con ello, se han podido ir agregando nuevas perspectivas a algunas cuestiones que aún hoy son debatidas y motivo de estudio científico, como el qué provoca que una persona tenga tal o cual orientación sexual o si ésta es estática o puede ir variando a lo largo de la vida del individuo.

Respecto a esto último, la evidencia científica recogida en años recientes parece indicar que, efectivamente, la orientación sexual puede cambiar a lo largo de la vida de la persona.

Quizás las investigaciones más relevantes en este sentido son las llevadas a cabo por la psicóloga Lisa M. Diamond, que durante la década de los 2.000 realizó un seguimiento a una cohorte de mujeres a las que entrevistó en intervalos regulares de tiempo. Concluyó que muchas de las participantes cambiaron la orientación de su atracción sexual a lo largo del tiempo, lo que le llevó a acuñar el término "fluidez sexual" con la publicación de su libro Fluidez sexual: comprender el amor y el deseo de las mujeres.

A este trabajo se suman otros como el publicado en The Journal of Sex Research por Christine E. Kaestle en 2019. La investigación de Kaestle, centrada en jóvenes adultos estadounidenses, constituye una evidencia bastante definitiva ya que es uno de los pocos estudios en este sentido llevado a cabo sobre una muestra poblacional representativa del conjunto de la población de un país (en este caso, 12.000 hombres y mujeres).

Kaestle encontró que los participantes, experimentaron cambios durante su adolescencia tardía y su joven adultez tanto en los niveles de atracción y actividad sexual como en la orientación sexual y en la propia identificación en el continuo de la orientación sexual.

Además, concluyó que existen diferencias significativas en las trayectorias de desarrollo de hombres y mujeres. Por ejemplo, es mayor el número de hombres que se identifican como heterosexuales (un 90%, frente a un 75% aproximado de mujeres). También encontró que las mujeres experimentan mayores variaciones en los parámetros ya mencionados, incluso cuando se definen a sí mismas como "mayormente heterosexuales", algo que concuerda con investigaciones anteriores como la llevada a cabo en 2013 por Sabra L. Katz-Wise.

Estos resultados son muy similares a los que había reportado la propia Diamond en 2017, en otra investigación sobre una cohorte más reducida pero con mayor rango de edad. En dicho estudio, no obstante, matiza que la variabilidad en la atracción sexual en las mujeres es mayor en el día a día, pero que los hombres experimentan cambios más drásticos tras la adolescencia.

En cualquier caso, parece evidente que, efectivamente, la orientación sexual de las personas puede evolucionar y evoluciona de manera natural a lo largo de la vida. Sin embargo, ante esta conclusión es importante aclarar que en cambio la ciencia ha desacreditado tajantemente los métodos artificiales para cambiar la orientación sexual de las personas, como las terapias de reorientación sexual usadas para 'curar' orientaciones no normativas (hasta el punto en el que han sido rechazadas por la gran mayoría de colegios de psicólogos y pediatras del mundo e incluso son ilegales en muchos países porque existen evidencias de que pueden ser altamente dañinas),  tal y como recoge la American Psychological Association

De la misma manera, tampoco se sostiene científicamente la noción de que se pueda cambiar de forma artificial la orientación sexual en el sentido contrario (de heterosexual a no normativo), como en años recientes han defendido determinadas corrientes políticas en Europa que han abogado por la limitación según distintas fórmulas de la educación sexual en las aulas o incluso de la expresión pública de las identidades LGTBI.

Es decir, las variaciones temporales de la orientación sexual se producen de forma natural y como parte del desarrollo personal de cada individuo, pero en ningún caso pueden provocarse de manera deliberada, y tratar de hacerlo puede resultar enormemente dañino.

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