Identifican el primer posible síntoma de la afantasía, la incapacidad para imaginar

Las pupilas del ojo humano se contraen cuando hay más luz y se dilatan cuando hay poca luz.
Las pupilas del ojo humano se contraen cuando hay más luz y se dilatan cuando hay poca luz.
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Las pupilas del ojo humano se contraen cuando hay más luz y se dilatan cuando hay poca luz.

La sabiduría popular siempre ha dicho que los ojos son la ventana del alma. Por supuesto, la frase es metafórica, y tiene que ver con la expresividad de los gestos que realizamos con ellos; no obstante, es posible que mirarlos atentamente sea capaz de revelar algo aún más profundo sobre su dueño.

Primera evidencia biológica de la condición

Esto se desprende de las conclusiones de un estudio llevado a cabo por la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia) y publicado en la revista científica eLife, en las que explican que las pupilas podrían constituir la primera evidencia fisiológica de la enigmática afantasía, una condición que consiste en la incapacidad para visualizar imágenes mentales.

Por la naturaleza de la propia condición, se conocía muy poco sobre ella y todo lo que se sabía era en base a los reportes de las personas que describían padecerla. 

Para estudiarla más a fondo, estos autores decidieron comparar el reflejo pupilar (la contracción o expansión de la pupila, normalmente en función de la cantidad de luz) al visualizar objetos en un grupo de personas con afantasía y un grupo de control.

Ya se conocía que, en la población general, el hecho de imaginar objetos o lugares con determinadas condiciones de luz producía este tipo de respuesta; de modo que los investigadores pensaron que sería posible que en personas con afantasía no se diese.

Lo que observaron es que, en las personas con afantasía, sí se producía un cierto reflejo pupilar al tratar de imaginar objetos (que aumentaba con el número de objetos o la complejidad del mismo, sugiriendo que estaban realizando esfuerzo mental) pero, al contrario de lo que sucedía en los individuos del grupo de control, no variaba en función de si el objeto imaginado era más luminoso o más oscuro.

Esta experiencia no sólo constituye la primera evidencia biológica de la incapacidad de visualizar imágenes, sino que, además, abre las puertas al desarrollo de un test objetivo para el diagnóstico de la condición, algo que actualmente sólo es posible en base a la descripción del paciente.

Además, también podría servir para establecer un método que permita estudiar diversos mecanismos de la afantasía, como su relación con la memoria visual o las áreas cerebrales afectadas.

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