
Inés es una niña que tiene una mancha en la cara. Marta, su doctora, le explica que es algo natural, que todos los niños y las niñas son diferentes y que su individualidad debe ser motivo de orgullo y no de preocupación. Este es el argumento de Me veo genial (Planeta, 2022), un libro ilustrado para niños sobre algunas manchas cutáneas escrito por la doctora Marta Valdivielso-Ramos e ilustrado por Miriam Escobosa.
Recomendado especialmente para pequeños de entre tres y ocho años, este álbum ilustrado quiere servir de herramienta a niños y padres para reflexionar sobre la identidad y aquellas cosas que nos hacen diferentes a los demás y, por tanto, únicos. Descubrimos más detalles sobre él en esta entrevista con la autora.
¿Cómo surge la idea de escribir este cuento ilustrado? Surge de la necesidad de poner mi granito de arena para intentar que los más pequeños no se sientan cohibidos o no sientan vergüenza por tener manchas en la cara. De las ganas de ayudar porque muchas veces como médico es fácil diagnosticar pero no todo se puede solucionar y en dermatología esto ocurre con mucha frecuencia. Hay enfermedades que son inflamatorias que sí van y vienen pero hay otras están ahí y permanecen. No son enfermedades como tales pero alteran mucho la calidad de vida de los niños.
Me pareció que si quería aportar algo a la sociedad, mi labor se centraba en educar y que los niños fuesen capaces de reconocer diversas manchas cutáneas, igual que reconocen que otros elementos cercanos como los animales o las flores también tienen manchas. Para ello lo ideal era plasmarlo en un cuento que llegase a los más peques de la casa. En los cuentos infantiles es frecuente que aparezcan niños y animales perfectos, así que decidí escribir un cuento donde los protagonistas tuviesen diferentes tipos de manchas cutáneas como un nevus, un hemangioma, o vitíligo, con el objetivo de que los niños vieran en un cuento bonito y bien ilustrado estas manchas para que ellos luego las reconozcan como algo natural y no tengan necesidad de preguntarle a sus padres ‘mamá, ¿qué tiene ese niño?’. Por eso pensé en una historia con muy poco texto que está contada en verso para que los más pequeños la puedan seguir fácilmente y donde prima el dibujo.
Hay que explicarles que hay niños que tienen esas manchas y otros que no, pero que cuando se tienen es algo completamente natural
Supongo que su protagonista está inspirada en muchos niños que han pasado por tu consulta. ¿Cómo sueles abordar este tema con ellos? Normalmente, como en muchos casos es algo que tienen desde el nacimiento, cuando visitan la consulta son muy bebés y no son los niños los que nos preguntan. Sin embargo, otras veces no le han dado importancia siendo muy pequeños pero empiezan a dársela cuando van al colegio y otros niños les preguntan ‘¿qué es eso que tienes ahí?’.
Cuando los niños son muy pequeños sobre todo informo a los padres y lo que les intento transmitir es que hablen con ellos y les expliquen lo que es la mancha con toda naturalidad. Igual que aparece en el libro, que les expliquen a los niños que esa es una mancha de nacimiento, que hay niños que las tienen y niños que no, pero cuando se tiene es algo completamente normal. Y, sobre todo, que le pongan un nombre para que cuando alguien les pregunte en un parque, en el colegio… ellos mismos puedan contestar ‘esto es una manchita de nacimiento’ o dependiendo de la patología ‘es una mancha especial’ o ‘un lunar especial’.
Cuando los niños son algo mayores les explico por qué lo tienen, por qué todos los niños no lo tienen y que forma parte de la diversidad de cada uno. Igual que unos tienen el pelo de un color o los ojos de un color hay niños que además tienen manchas en la piel. Que no deben preocuparse y deben explicarlo con naturalidad a sus compañeros o a la gente que le pregunte por ello. Y una cosa en la que insisto mucho es que eso les hace diferentes pero en el buen sentido, que les hace únicos. La verdad es que si son relativamente pequeños y los padres lo entienden igual que los hijos no suele haber ningún problema. Los niños en general lo aceptan bastante bien aunque puede haber ciertos casos excepcionales donde las lesiones son muy grandes y es más complicado de explicar.
Este libro es un perfecto manual para ayudar a las familias, ¿qué les recomendarías a los padres si perciben que su hijo o hija se siente mal por algún rasgo que les hace diferente? Normalizar. La labor de normalizar debe hacerse en la infancia para que el niño vea su lunar igual que ve sus piernas o sus ojos. Hay que intentar normalizarlo y explicarle que cada persona tiene un rasgo diferente y que eso no lo convierte en mejor o peor sino en único. Debemos transmitirle a los padres, cuando son lesiones que no revisten peligro, que es un tema exclusivamente estético, que dentro de lo posible hablen de ello en casa con total naturalidad y, sobre todo, que tengan un arma.
Les insisto mucho a los padres en que los niños tengan herramientas para saber qué contestar cuando alguien les pregunta. Los papás deben explicarles en casa lo mismo que quieren que los niños expliquen a otros niños. Además, hay niños y padres que le ven alguna forma a su mancha: forma de corazón, de estrella… y eso es muy especial porque los demás no lo tienen y les refuerza. En resumen, lo más importante es informar, que quede claro qué manchas pueden ser peligrosas y cuales no, y una vez hecho esto, intentar normalizar y reforzar.
Hay que educar a los niños en la diversidad desde pequeños: que hay familias diferentes, que somos diferentes y que cada persona tiene un rasgo que le hace diferente
¿Nos cuesta todavía entender la diversidad? ¿Qué nos queda por superar en este sentido? Yo me dedico a una especialidad de la medicina que es visual y no es que nos quede mucho, nos queda muchísimo en todos los sentidos. El problema fundamental es la educación y lo que hay que cambiar es la educación de los niños. Enseñarles y educarles desde la diversidad desde pequeños en todo: en que hay familias diferentes, en que somos diferentes y en que cada persona tiene un rasgo que le hace diferente. Hay que enseñar al niño el valor del respeto y para eso es muy importante que ellos lo vean. No puede haber una educación y un respeto si ellos no ven que sus padres hacen lo mismo. Es importante transmitir valores desde muy pequeños y eso hay que hacerlo desde el colegio pero, sobre todo, desde las familias y hacerlo a través de un libro es muy bueno porque los niños leen mucho desde pequeños. La clave está en la infancia porque es muy difícil cambiar a un adulto. El adulto tiene que intentarlo porque él quiera y al niño hay que educarlo. Y qué mejor forma de hacerlo que jugando y leyendo.
Los beneficios de la venta del libro irán destinados a la Fundación Lo Que De Verdad Importa. ¿Cuál es la labor que desarrolla? En su página web esta fundación dice: ‘difundir los valores humanos universales en la sociedad con la esperanza de conseguir un mundo mejor’. No se me ocurría ninguna cosa mejor a la que destinar el dinero porque realmente para estas enfermedades no hace falta tanto trabajo de investigación, ya que a día de hoy en muchas de ellas no es una realidad el poder modificarlas. Lo que en el fondo intenta hacer mi libro es transmitir valores y que el mundo sea un poco mejor, lo mismo que esta asociación intenta hacer con los jóvenes transmitiéndoles valores de valentía y que hay que ser buenas personas y tratar bien a los demás.

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