¿Cómo afrontar la muerte de un padre o una madre?

  • David Kessler, uno de los mayores expertos del mundo en duelo, señala: “La muerte de un padre o madre significa la pérdida de una de nuestras primeras y más importantes conexiones".
  • Hablar con amigos y familiares para poder comprender qué ha sucedido y recordarle es una estrategia recomendada.
Afrontar la pérdida de un padre o una madre es una de las experiencias más duras por las que se puede pasar el ser humano.
Afrontar la pérdida de un padre o una madre es una de las experiencias más duras por las que puede pasar el ser humano.
©GTRESONLINE
Afrontar la pérdida de un padre o una madre es una de las experiencias más duras por las que se puede pasar el ser humano.

La muerte de un padre o una madre es algo que duele de una forma muy profunda a todas las personas. Afrontar su pérdida es una de las experiencias más duras por las que se puede pasar y un duelo que lleva su tiempo superar. Al respecto, David Kessler -uno de los mayores expertos sobre el duelo y la pérdida y coautor junto a la desaparecida Elisabeth Kübler-Ross de Sobre el duelo y el dolor: encontrar el significado del duelo a través de las cinco etapas de la pérdida- ha manifestado que: “Cuando el padre o madre de un adulto muere, hay una expectativa tácita de que a uno no le afectará. Se espera que un adulto acepte la muerte como parte de la vida, que maneje todas las pérdidas repentinas de una manera adulta apropiada. Pero realmente, ¿qué significa eso? ¿Que no debería estar triste? ¿Que debería estar tan agradecido de que no murieron cuando era pequeño y que no necesita llorar a sus padres? Las consideraciones anteriores demuestran una subestimación del duelo”.

Según este especialista, el duelo es el reflejo de la conexión que se ha perdido y esa pérdida no disminuye porque una madre o un padre hayan vivido una vida larga. “Cuando perdemos a un padre anciano, muchas veces los amigos bien intencionados intentan ofrecer condolencias como ‘Tuvo una vida larga, debes estar contento con eso’. Sin embargo, estas palabras a menudo no sirven cuando sufrimos la pérdida de un padre o una madre que estuvieron a nuestro lado toda nuestra vida. Nunca tendremos otro padre. Nunca tendremos otra madre”.

Kessler insiste en la profunda conexión de los seres humanos con sus padres y la dificultad que supone afrontar su pérdida. “A menudo son nuestra principal conexión en el mundo y con el mundo. Incluso si tenemos un cónyuge cariñoso, hijos y muchos amigos cercanos, la muerte de un padre o madre significa la pérdida de una de nuestras primeras y más importantes conexiones”. Señalando también que la muerte de uno de los padres nos lleva a un mundo en el que hemos pensado pero para el que nunca estamos preparados por completo. “De repente exploramos un nuevo terreno, nos sentimos desarraigados o como si el suelo se hubiera desprendido debajo de nosotros. Y de una manera simbólica, realmente lo ha sido”.

¿Cómo afrontar, por tanto, la muerte de un padre o una madre? En Sobre el duelo y el dolor el propio Kessler junto a Kübler-Ross señalaban la importancia de conocer las cinco etapas del duelo - negación, ira, negociación, depresión y aceptación- para afrontar el aprendizaje de vivir con lo que perdimos. Siempre teniendo en cuenta que son “herramientas para ayudarnos a enmarcar e identificar lo que podemos estar sintiendo. No son estaciones en una línea de tiempo de duelo lineal. No todos pasan por todos ellas, y no hay un orden prescrito”.

Para estos expertos, la negación y el shock en el duelo ayudan a sobrellevar y hacer posible la supervivencia tras la pérdida de un ser querido. “La negación nos ayuda a controlar nuestros sentimientos de duelo y hay una bendición en ella ya que es la forma de la naturaleza de dejar entrar solo lo que podemos manejar”.

En esta etapa se cuestiona el cómo y el por qué de esa muerte. “A medida que acepta la realidad de la pérdida y comienza a hacerse preguntas, sin saberlo comienza el proceso de sanación. Se estará fortaleciendo mientras la negación comienza a desvanecerse. Pero a medida que avanza, todos los sentimientos que estaba negando comienzan a emerger”.

A continuación, la etapa de enojo que a pesar del dolor que causa es necesaria en todo proceso de duelo y sanción. Puede manifestarse de diferentes maneras: enojo con el padre o madre porque no se cuidó mejor, porque como hijos no le hemos cuidado lo suficiente, con los médicos por no salvar a nuestro ser querido...

Para estos expertos hay que estar dispuestos a sentir este enojo y es una parte legítima de todo manejo emocional interno. “El enojo no tiene que ser lógico o válido. Es importante sentir el enojo sin juzgarlo, sin intentar encontrarle sentido. La vida es injusta. La muerte es injusta. El enojo es una reacción natural a la injusticia de la pérdida. Si pudiera cambiar las cosas, lo haría, pero no puede y no tiene la culpa”.

Para Kessler y Kübler-Ross el enojo significa que se está progresando a través del proceso de duelo y a menudo enmascara el dolor, dando tiempo a que los sentimientos intensos salgan a la superficie. “El enojo afirma que puede sentir, que ama y que ha perdido”.

La tercera etapa sería la de negociación, una especie de ‘estación de paso’ que da a la mente el tiempo necesario para adaptarse a la nueva situación. “Después de una muerte, la negociación a menudo se mueve del pasado al futuro. Podemos negociar que volveremos a ver a nuestros padres en el cielo. Podemos negociar y pedir un respiro de enfermedades en nuestra familia, o que ninguna otra tragedia visite a nuestros seres queridos. Tristemente, como adultos, llegamos a la conclusión inevitable... la realidad es que el padre o madre realmente se ha ido”.

Después de la negociación, el duelo entra en un nivel más profundo: el de la depresión. Para Kessler es importante tener en cuenta que esta etapa de depresión no es un signo de enfermedad mental sino la respuesta adecuada a la pérdida de un padre o una madre.

“La depresión después de una pérdida a menudo se critica como antinatural: un estado que se debe arreglar, algo de lo que debe salir. Sin embargo, la pérdida de uno de los padres es una situación muy deprimente, y la depresión es una respuesta normal y apropiada”. Esta depresión es además, según el experto, un paso hacia la sanación. “Véalo como un visitante, tal vez no bienvenido. Permita que la tristeza y el vacío lo limpien y lo ayuden a explorar su pérdida en su totalidad. Cuando se permita experimentar la depresión, generalmente se irá tan pronto como haya cumplido su propósito en su pérdida”.

Por último, llega la etapa de aceptación en la que se acepta que nuestro ser querido se ha ido físicamente y que esta nueva realidad es permanente. “Ahora tratamos de vivir en un mundo en el que falta nuestro padre o madre. Al resistir esta nueva norma, al principio muchas personas quieren mantener la vida como era antes de que un ser querido muriera. Con el tiempo, a través de fragmentos de aceptación, vemos que no podemos mantener el pasado intacto. Ha sido cambiado para siempre y debemos reajustarnos”, señala Kessler.

Por su parte, la American Psychological Association (Asociación Americana de Psicología) recuerda que el duelo y más en el caso de un ser tan querido y especial como el de un progenitor es un proceso largo: “Aceptar la muerte de alguien cercano puede llevar desde meses hasta años. No hay una duración ‘normal’ del duelo. Tampoco se deben anticipar las distintas fases del duelo, ya que investigaciones recientes sugieren que la mayoría de las personas no pasan por estas fases de forma progresiva”.

Además, insiste en la gran capacidad de resiliencia del ser humano y recomienda buscar ayuda profesional en el caso del que el duelo se complique: “Si tenemos en cuenta que la mayoría de nosotros puede superar la pérdida y continuar con nuestras vidas, nos damos cuenta de que los seres humanos, por naturaleza, tenemos una gran capacidad de resiliencia. Pero algunas personas lidian con el duelo por más tiempo y se sienten incapaces de llevar a cabo sus actividades cotidianas. En este caso les podría beneficiar la ayuda de un un psicólogo especializado en el duelo”.

Entre las estrategias que la Asociación aporta para recomponerse tras la pérdida de un ser querido destacan:

- Hablar sobre la muerte de ese ser querido con amigos y familiares para poder comprender qué ha sucedido y recordarle. “Negarse a uno mismo que ocurrió la muerte lleva al aislamiento fácilmente y puede a la vez frustrar a las personas que forman su red de apoyo”.

- Aceptar nuestros sentimientos. “Después de la muerte de alguien cercano, se puede experimentar todo tipo de emociones. Es normal sentir tristeza, rabia, frustración y hasta agotamiento”.

- Practicar el autocuidado. “Comer bien, hacer ejercicio y descansar le ayudará a superar cada día y a seguir adelante”.

- Ayudar a otras personas que también están pasando por una pérdida. “Compartir anécdotas sobre las personas que hemos perdido puede ayudar a todos a lidiar con su muerte”.

- Rememorar y celebrar la vida del ser querido. “Hacer un donativo a la entidad benéfica predilecta de la persona desaparecida, enmarcar fotos de momentos felices que vivieron juntos, ponerle su nombre a un nuevo bebé o plantar un árbol en su memoria”.

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