
Nuestro organismo no funciona de la misma manera a medida que avanza nuestra edad, por lo que no es de extrañar tampoco que nuestras necesidades sean diferentes. Por ejemplo, los requerimientos en cuanto a nutrición de los niños y de los adultos son bien diferentes.
Así, teniendo en cuenta que durante la infancia nuestro cuerpo aún está desarrollándose, es muy importante prestar atención no solo a que tenga todo lo disponible para ir conformando sus diferentes estructuras, sino también a evitar aquellas cosas que pueden ser especialmente dañinas en esta etapa.
¿Qué alimentos no debemos dar a los niños?
El primer grupo de alimentos que no deben tomar los niños menores de 10 años, bajo ningún concepto, es obvio: las bebidas alcohólicas. Por supuesto, esta proscripción se extiende hasta los 18 años, pero es que el alcohol en la infancia temprana es especialmente devastador por sus efectos sobre el desarrollo biológico y psicológico. No en vano, los niños que empiezan a beber en la infancia tienen un riesgo elevado de presentar deterioro cognitivo, dependencia, problemas hepáticos, trastornos psiquiátricos y alteración de las funciones vitales. El alcohol es, además cancerígeno en cualquier dosis.
Otras bebidas que no son nada aconsejables para los niños son las energéticas. Por una parte, por su alto contenido en azúcar (que aumenta el riesgo de padecer sobrepeso u obesidad infantiles) y, por otro, por el efecto excesivamente estimulante del sistema nervioso central que tienen las altas concentraciones de cafeína y taurina presentes en estos productos, que puede derivar en efectos adversos como irritabilidad, hiperactividad o alteraciones del sueño.
Más sorprendente puede ser la recomendación de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición de evitar dar a los niños menores de 10 años una serie de pescados: especies grandes, longevas y predadoras como el pez espada, el marlín, el lucio, el atún rojo o el tiburón. En estos casos, se explica por las altas concentraciones de mercurio que son especialmente nocivas para los más pequeños.
La última recomendación, también recogida por la AESAN, es evitar dar a los niños menores de diez años carne de caza debido a los altos niveles de plomo que puede contener. Este metal pesado puede tener serios efectos sobre el desarrollo neurológico de los más pequeños, por lo que en cambio sí sería apropiado darles aquellas piezas que estemos completamente seguros que no han sido abatidas con munición de plomo.
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