¿Cómo afrontar la ansiedad en el deporte sin quedarte paralizado?

La atleta Maialen Axpe durante la prueba del salto con pértiga femenino de los Nacionales 2014.
La atleta Maialen Axpe durante la prueba del salto con pértiga femenino de los Nacionales 2014.
KIKO HUESCA / EFE
La atleta Maialen Axpe durante la prueba del salto con pértiga femenino de los Nacionales 2014.

Llegó el día de la gran competición. Los deportistas se preparan para el momento para el que han entrenado durante meses, y la emoción se palpa en el ambiente. El atleta pone toda su concentración en su disciplina de elección y, de pronto... se queda paralizado.

La ansiedad puede suponer un gran reto para los deportistas de élite. Se ven sometidos a una presión psicológica inmensa que, en ocasiones, puede resultar en un estrés importante e incluso en trastornos psicológicos. 

Se estima que se trata de un problema muy común, y se ha demostrado que la ansiedad y el estrés dificultan en gran medida el rendimiento deportivo por los efectos negativos que pueden tener en la atención, la concentración, el control del pensamiento y en la motivación. Además, un estudio de la Universidad Católica San Antonio de Murcia encontró que incrementa entre cinco y siete veces la posibilidad de resultar lesionado durante la práctica deportiva.

La ansiedad se define como un sentimiento de miedo, temor o inquietud intenso que puede incluso desencadenar síntomas fisiológicos, como sudoración excesiva, inquietud, rigidez muscular, sensación de dificultad para respirar, hiperventilación y palpitaciones.

Cuando nos encontramos con un ataque de ansiedad durante el ejercicio deportivo, algunas de las técnicas que podemos emplear para sobreponernos son similares a las que podemos emplear para ataques de ansiedad en cualquier otro entorno. Estas incluyen sentarse en un lugar tranquilo y cerrar los ojos para reducir en lo posible los estímulos ambientales; enfocar la atención hacia algo distinto, con ejercicios como contar hacia atrás o centrarse en objetos físicos; visualización de lugares o situaciones; control de la respiración o el control de la tensión muscular.

En concreto para los deportistas, y de forma menos inmediata y más a largo plazo, puede ser aconsejable hacer un ejercicio de autoconocimiento y de racionalización de las propias emociones, atender a la postura corporal, y sobre todo adoptar una actitud de disfrute ante el deporte, recordando las razones por las que se practica, la pasión que se pone en ello, y minimizando en lo posible el componente competitivo.

En cualquier caso, y aunque cierto grado de estrés y ansiedad suele ser normal, especialmente en competiciones de alto nivel, las crisis de ansiedad pueden apuntar hacia un trastorno de ansiedad, por lo que siempre es recomendable consultar a un especialista para que, si procede, realice un diagnóstico y prescriba un tratamiento o al menos para que nos aporte estrategias para combatirlas cuando sucedan.

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