La realidad de las pastillas de yodo de las farmacias en caso de ataque nuclear: "No sirven para nada ante la radiación"

Explosión de la bomba termonuclear Ivy Mike en 1952.
Explosión de la bomba termonuclear Ivy Mike en 1952.
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Explosión de la bomba termonuclear Ivy Mike en 1952.

Los ataques rusos a las centrales nucleares ucranianas, unidos a las amenazas de Putin de emplear su arsenal nuclear, han provocado una ola de interés en el yodo y, en concreto, en su aplicación frente a posibles desastres nucleares.

Por ejemplo, ha sido recientemente noticia que algunas ciudades noruegas han comenzado a distribuir pastillas de yoduro de potasio a guarderías y colegios ante el riesgo de emergencia nuclear.

Este interés, especialmente en los países más cercanos al conflicto armado, se ha traducido en un aumento de la demanda de los suplementos alimenticios y medicamentos que contienen yodo, algunos de los cuales se pueden conseguir sin receta en las farmacias españolas.

Dosis radicalmente diferentes

No obstante, es preciso señalar que estos productos tienen poca o ninguna eficacia en el caso de un incidente nuclear serio. Es más: las pastillas que se emplean en este tipo de emergencias normalmente están en manos de las autoridades sanitarias o militares, que son las encargadas de distribuirlas entre la población.

Y es que, tal y como explica a 20Minutos Juan Carlos Galofre, doctor del área de Tiroides de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (TiroSEEN), la diferencia en dosis entre unas pastillas y las otras es abismal: "Es una diferencia cuantitativa: las que normalmente damos a las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia contienen 200 microgramos de yodo más o menos. Las pastillas que se emplean para proteger la tiroides de una nube radiactiva tienen entre 60 y 150 miligramos de yodo (la equivalencia es que en un miligramo hay 1.000 microgramos)".

Para hacernos una idea, esto significa que habría que ingerir entre 300 y 1.300 comprimidos de uso común, según la dosis concreta, para lograr el efecto que tiene una sola pastilla de yodo pensada para proteger de la radiación.

En este sentido, el experto advierte seriamente contra lanzarse a adquirir yodo sin control en las farmacias: "Si la gente se lanza a comprar pastillas para las embarazadas, va a pasar por un lado que esa pastilla no sirve para nada, y por otro, que se deja a la mujer embarazada, que sí que la necesita, y sobre todo a su hijo, sin pastillas".

Dos usos distintos

Esta diferencia se explica por el distinto uso que tienen ambos dosajes. Las que podemos encontrar en cualquier farmacia se emplean principalmente para tratar casos de hipotiroidismo o evitar deficiencias de este elemento en mujeres embarazadas, que pueden causar complicaciones en el feto: "Estas pastillas las tiene que tomar una mujer embarazada todos los días, porque 200 microgramos es casi la dosis recomendada en estos casos", explica.

El yodo es uno de esos elementos que de hecho nuestro cuerpo necesita para funcionar correctamente, pero en cantidades muy bajas.

Se almacena preferentemente en la glándula tiroides, que lo utiliza para producir hormonas tiroideas. Por ello, cuando es necesaria una suplementación esta debe de hacerse de manera continua pero en bajas concentraciones.

Por contra, en aquellas que persiguen proteger a nuestro cuerpo de la radiación, lo que se busca es precisamente saturar la glándula tiroides de yodo estable (en este caso, yoduro de potasio) a fin de evitar que absorba yodo-131 (yodo radiactivo, un isótopo que se libera en grandes cantidades en las crisis nucleares y que contamina el aire, el suelo y los alimentos). Estas dosis tan elevadas solo deben tomarse por períodos cortos de tiempo (normalmente una única dosis), ya que el exceso de yodo puede tener numerosos e importantes efectos negativos para nuestro organismo.

Riesgo por exceso de yodo

Precisamente, esta toxicidad en altas concentraciones es otra de las razones por la que los suplementos de yodo que podemos encontrar a la venta no deben consumirse si no es bajo supervisión médica. "Si el individuo que compra las pastillas ante el temor de una nube radiactiva decide tomarse mil pastillas de golpe para igualar la dosis de una de las que protegen contra la radiación, eso es peligroso. Esas dosis pueden generar tirotoxicosis, hipertiroidismo o hipotiroidismo", cuenta Galofre.

"La glándula tiroides emplea el yodo para generar muchas hormonas tiroideas, de ahí que el exceso pueda causar hipertiroidismo. Pero en otras ocasiones, según las condiciones previas de la tiroides, si hay demasiado yodo se bloquea, y entonces no puede generar esas hormonas y provoca hipotiroidismo", añade.

Una protección limitada frente a la radiación

Por último, conviene destacar que la protección que proporcionan las pastillas de yodo que se distribuyen en caso de crisis nuclear es muy concreta y específica, y se centra exclusivamente en la glándula tiroides.

"Ante una bomba atómica, las pastillas de yodo sirven para poco. Sirven ante las bombas radiactivas (también llamadas bombas sucias), para los supervivientes de una explosión nuclear y ante una nube radiactiva", señala el experto.

"De hecho, el interés se ha despertado ante los ataques rusos a centrales nucleares, porque si explotaran el viento podría llevar la nube radiactiva a Europa", añade.

Y, aunque la tiroides es una de las partes del cuerpo que es más sensible a la radiación (y concretamente al isótopo yodo-131), no es la única que puede verse dañada por la misma: otras como el aparato digestivo o la médula ósea también pueden sufrir grandes daños a causa de la radiación, que en ocasiones acaban siendo fatales. En el largo plazo, la exposición a la radiación aumenta el riesgo de sufrir un buen número de distintos cánceres.

De manera similar, la intoxicación por radiación no es el mayor peligro para muchas personas en caso de accidente o ataque nuclear: a medida que nos acercamos al sitio del incidente, se hacen más importantes otros como la onda expansiva o el calor.

Un mensaje de prudencia

Así, desde la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición envían tres mensajes al respecto del renovado interés en la suplementación de yodo. Según afirma Galofre: "el primero, que en el momento actual es muy importante garantizar una correcta ingesta de yodo; si uno tiene la tiroides repleta de yodo, no con exceso sino con la dosis adecuada, estará más protegido frente a una amenaza nuclear. Así, se aconseja tomar poca sal pero que la sal que se tome sea yodada, y conviene tomar lácteos y productos del mar; también, que toda mujer embarazada tome esos suplementos con 200 microgramos de yodo. El segundo, evitar el consumo indiscriminado de suplementos de yodo porque nos va a hacer daño".

"Y el tercero, que en el supuesto caso de un accidente nuclear y de una nube radiactiva, que hagamos caso a las autoridades que son las que nos van a decir lo que debemos hacer", concluye.

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