VICENTE VALLÉS. PERIODISTA
OPINIÓN

El referéndum inservible

Manifestantes en contra y a favor del 'brexit', junto al Parlamento británico en Londres (Reino Unido).
Manifestantes en contra y a favor del 'brexit', junto al Parlamento británico en Londres (Reino Unido).
Will Oliver / EFE
Manifestantes en contra y a favor del 'brexit', junto al Parlamento británico en Londres (Reino Unido).

Los buenos jugadores de ajedrez saben que el próximo movimiento de una pieza solo es importante si está coordinado con los cuatro o cinco movimientos siguientes. Tanto los propios como los del rival. La planificación no se realiza con lo que se tiene a la vista, sino con lo que estará a la vista más adelante. La táctica resulta poco útil si no se conjuga con la estrategia.

En estos días, y desde hace ya dos años y medio, asistimos con perplejidad al espectáculo de un país que decidió autolesionarse cuando expresó en un referéndum su deseo de abandonar la Unión Europea. En el Reino Unido siempre ha habido una tensión latente entre partidarios y detractores de estrechar lazos con el continente, y algunos pensaron que con un referéndum se podía cortar por lo sano y resolver la disputa para siempre.

Es decir: como no nos ponemos de acuerdo, que gane una parte y pierda la otra. Y ganaron los defensores del brexit. Pero después de ganar no han sabido qué hacer con su victoria, y llevan desde mediados de 2016 tratando de averiguar cómo sale un país de la UE sin suicidarse. Aún no lo han averiguado.

Probablemente, porque el suicidio es inevitable, lo que demuestra que el referéndum no siempre es una solución. Y ahora hay quien propone una segunda votación nacional. ¿Qué harían si vuelve a ganar el brexit? Y si el resultado es el contrario, ¿con qué referéndum nos quedamos? Y ¿por cuánto tiempo, hasta que alguien proponga un tercero?

Los quebequeses independentistas consiguieron un referéndum para ‘escapar’ de Canadá y lo perdieron. Forzaron un segundo referéndum, y lo volvieron a perder.

Los catalanes independentistas hicieron uno por su cuenta el 9 de noviembre de 2014. Solo votaron los suyos. No sirvió de nada. Repitieron la ilegalidad el 1 de octubre de 2017 para que volvieran a votar solo los suyos.

Hicieron una gran planificación para poder votar, pero después de la votación no supieron qué más hacer, porque proclamaron la república para suspenderla antes de que hubieran pasado diez segundos, y después el presidente de la tal república se tomó el fin de semana libre en Girona, antes de fugarse a Bélgica.

El encaje del Reino Unido en la Unión Europea, el de Quebec en Canadá y el de Cataluña en España son problemas de largo recorrido, con las sociedades partidas por la mitad y, por tanto, de muy difícil solución, si entendemos por solución que la inmensa mayoría de la gente (de ambos lados) se sienta suficientemente satisfecha con lo acordado.

Ningún referéndum consigue ese resultado, porque un sí o un no que suponga la imposición de la mitad de una sociedad sobre la otra mitad es lo contrario de un acuerdo entre diferentes.

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