VICENTE VALLÉS. PERIODISTA
OPINIÓN

España se radicaliza

Sánchez, responde al líder del PP, Pablo Casado, durante la penúltima sesión de control de la pasada legislatura
Sánchez, responde al líder del PP, Pablo Casado, durante la penúltima sesión de control de la pasada legislatura
Javier Lizón / EFE
Sánchez, responde al líder del PP, Pablo Casado, durante la penúltima sesión de control de la pasada legislatura

La adrenalina electoral se ha desatado. Quienes chapotean con pasión infantil en la continua convocatoria a las urnas viven tiempos felices. Hay quien considera que la democracia consiste solo en votar. Pues este es su momento. Y ese momento tiende a durar. Votaremos en abril, votaremos en mayo.

Y, si a los españoles nos sigue entusiasmando trocear el Parlamento en cada vez más partidos, podríamos encontrarnos con otra repetición electoral, como ya nos ocurrió cuando la votación de diciembre de 2015 resultó inútil, y hubo que repetirla en junio de 2016.

Con el paso de los meses, pudimos comprobar que el resultado electoral de 2016 tampoco sirvió para nada, porque de esos números salió el débil Gobierno de Mariano Rajoy con 137 escaños, que fue tumbado por una moción de censura. Y de esa moción de censura salió el Gobierno, aún más débil, de Pedro Sánchez, con 84 diputados, que ha sido tumbado por sus propios socios independentistas apenas ocho meses después. Tres elecciones generales en tres años y cuatro meses suponen la demostración del lío que tenemos los españoles con nosotros mismos.

Hay ciudadanos que tienen muy clara su opción política. Pero España, como cuerpo electoral, solo ha dejado claro que sabe lo que no quiere: no quiere bipartidismo, porque los dos grandes partidos se empeñaron durante años en provocar el enfado de los votantes. El problema es que España todavía no sabe lo que sí quiere.

Y en ese proceso de búsqueda, el país se ha radicalizado, y ese proceso va a más. Las fuerzas extremistas se enseñorean en las urnas, sean de izquierdas, de derechas o independentistas. Y de dos grandes partidos de ámbito nacional hemos pasado a cuatro. Y, ahora, a cinco. Como si la solución a nuestras dudas consistiera en dividirnos más y más.

No sabemos cómo se repartirán los escaños entre esos cinco partidos nacionales y aquellos que solo representan a una comunidad autónoma. Pero hay algo muy probable: quizá después de las elecciones solo se pueda investir a un presidente si recibe los votos de, o bien, la extrema derecha, o bien la extrema izquierda y los independentistas.

Las tensiones políticas han hecho retroceder las posturas moderadas, como si se hubieran quedado antiguas y fueran un signo de debilidad.

La moderación fue un invento muy necesario para no repetir las dos guerras mundiales o la Guerra Civil española, que provocaron millones de muertos. Pero, por lo que parece, ahora la moderación es un bien a evitar.

En el Parlamento que surja de las elecciones del 28 de abril tendremos el mayor número de extremistas que hemos sentado en el hemiciclo del Congreso en nuestra historia reciente. El radicalismo vuelve a estar de moda.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento