VICENTE VALLÉS. PERIODISTA
OPINIÓN

La batalla de la izquierda

Vicente Vallés
Vicente Vallés
20 minutos
Vicente Vallés

"Me siento muy próximo a los votantes de Podemos", dijo Pedro Sánchez hace unos días, con dos docenas de micrófonos y cámaras delante. Era su primer mensaje dirigido hacia fuera del PSOE, después de varios meses de lucha interna por recuperar la secretaría general del partido que, en su opinión, le fue arrebatada de forma ilegítima en octubre pasado. Con esa breve frase Sánchez plasmaba toda una estrategia política a medio plazo: su objetivo es que el PSOE crezca a costa de Podemos. Y, como consecuencia, se puede colegir que Sánchez prescinde del votante de centro. Aunque puede darse también la tesis contraria: que Sánchez haya llegado a la conclusión (quizá acertada) de que es el votante de centro el que ha decidido prescindir de él y/o del PSOE, con lo que sería un esfuerzo inútil invertir energías políticas en esa labor de seducción. El resultado de cualquiera de esas dos teorías es que se ha desatado una batalla por el votante de la izquierda entre el PSOE y Podemos, y algunos sondeos publicados estos días auguran un cierto éxito a los socialistas en este primer asalto, porque crece su intención de voto.

De consolidarse ese mecanismo electoral por el cual lo que crece un partido de la izquierda lo decrece el otro, ya no se produciría, como hasta las elecciones de 2008, el efecto de vasos comunicantes entre PP y PSOE. En los tiempos del bipartidismo, populares y socialistas se turnaban en el poder porque se turnaban también en agregar el voto de centro a su grey de votantes habitual. De manera que cuando el elector centrista giraba a la derecha, crecía el PP y bajaba el PSOE, y viceversa. Ahora, con cuatro partidos, pueden subir o bajar los dos grandes a la vez y el juego de los vasos comunicantes ya no se produce entre ellos, sino entre PP y Ciudadanos, por un lado, y PSOE y Podemos, por el otro (y, en menor medida, entre PSOE y Ciudadanos).

Ya sabemos, por lo que ocurrió tras las elecciones de junio de 2016, que el PP es capaz de investir a su candidato en estas nuevas circunstancias, aunque con enormes dificultades. Pero es más complejo descifrar el mecanismo electoral que podría llevar a Pedro Sánchez a La Moncloa si su objetivo se limita a arañar votos a Pablo Iglesias, porque lo que crezca el PSOE será a costa del decrecimiento de Podemos. Ese resultado reforzaría el poder de Sánchez dentro del partido porque habría mejorado su número de parlamentarios, pero la suma PSOE-Podemos no alcanzaría los mínimos necesarios para una investidura. Salvo que, en un ejercicio de regresión, Sánchez recupere aquella idea que provocó la insurrección del establishment socialista que le llevó a dimitir en octubre de 2016: sumar PSOE, Podemos y los independentistas. Y a ese juego Ciudadanos no parece dispuesto a jugar.

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