La vuelta de la izquierda al Gobierno local de Valencia tuvo hace un año un regusto amargo para el PSPV-PSOE, una de las dos piezas del bipartidismo tradicional de la ciudad, que ostentó la Alcaldía desde 1979 hasta 1991 y lideró la oposición al PP de Barberá durante un cuarto de siglo. Sin embargo, en ese periodo, se fue haciendo más y más pequeño, hasta que Compromís consumó un inesperado sorpasso que catapultó a Joan Ribó a la Alcaldía y dejó a los socialistas como cuarta fuerza en la ciudad, incluso por detrás de Ciudadanos.

Los socialistas son, desde entonces, actores secundarios. Lejos de aprovechar su presencia en áreas como Urbanismo, Hacienda o Policía, el PSPV se ha limitado a la gestión, pero sin proyección política. Esa es su gran paradoja: gobierna, pero no lidera. Descabezado y sin un referente claro (Joan Calabuig ya dijo que no se presentará), la figura más visible es la concejala de Protección Ciudadana, Sandra Gómez, que aún no cuenta con respaldo orgánico.

Desde Blanquerías alegan que el problema es general, del PSOE en las grandes ciudades. Quizá sea así, pero eso no debería impedir que el partido se ponga manos a la obra para encontrar una solución en la capital. Sin Valencia, lo tendrá muy difícil para conservar la Presidencia de la Generalitat.