Susana Gozalo Jefa de cierre '20minutos'
OPINIÓN

Carta a la madre de Andrea Carballo, presunta víctima de violencia machista

Susana Gozalo.
Susana Gozalo.
J. PARÍS
Susana Gozalo.

"¿Dónde estaba la patrulla [de Policía] que tenía que vigilar a mi hija?", te preguntas doliente mientras tratas de digerir su pérdida. Una ausencia brutal y desgarradora que habrá de acompañarte –sospecho– el resto de tu vida. Una existencia de la que Andrea ya solo formará parte en la nebulosa nostálgica del recuerdo.

No encuentro, Inma, palabras de consuelo para ti y los tuyos. Carezco de explicaciones que calmen la congoja de hermanos, tíos o abuelos. Menos aún de padres. No las hallo porque no las hay, no puede haberlas. Un desalmado te ha arrebatado a tu "niña". No alberga dudas tu corazón de madre: "Me la quitó, la cogió con fuerza y me la mató. Dicen que fue un accidente. Y una mierda. Secuestro y asesinato". Es el veredicto sabio de quien ha visto anidar el germen del crimen.

Me consta que los remordimientos te atenazan el alma. Tú animaste a tu "niña" a denunciar a Víctor. Al mismo malnacido que el sábado la empotraba a toda velocidad contra un surtidor de combustible en una gasolinera de Benicàssim. Al maltratador que había hecho de su vida un infierno. Al cobarde del que durante dos años soportó golpes, vejaciones y humillaciones.

Pero no debes, Inma, dar pábulo a los reproches. No debes infligirte castigo ni entonar el mea culpa. Porque tú no tienes culpa alguna. Tu papel, tu triste papel en este drama, es el de ser la madre de una víctima de violencia de género. Una más, y de las más jóvenes. 20 años recién cumplidos tenía tu Andrea el día que murió. Por eso repites férrea: "Esto lo hubiéramos podido evitar". Y tanto.

Insisto en que tú no tienes ni un atisbo de culpa –ni un ápice–, pero en esta tragedia sí hay actores vergonzantes. Andrea ha muerto porque el Gobierno y el Estado le dieron la espalda. Tu hija ha sido doblemente víctimizada.  A sus 28 años, Víctor Llorens Jordá, apodado ‘el Peonza’, fue el brazo ejecutor, autor material de su muerte y de vuestra desdicha.

Pero todos los demás son/somos cómplices silentes de su desgracia. El día que Víctor la obligó a subir a su coche a punta de navaja no estaba la patrulla policial que debía vigilarla. Una ausencia que convierte en papel mojado la orden de alejamiento que teníais en vigor contra su asesino. Quizá no había efectivos para darse el relevo.

Quizá no hay voluntad política para frenar esta lacra. Si la hubiera, el Pacto de Estado contra la Violencia Machista, que firmaron todos los partidos, no sería papel mojado y tendría contenido y presupuesto. Él le robó la vida, la clase política le hurtó su dignidad.

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