RAFAEL MATESANZ. FUNDADOR DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL DE TRASPLANTES
OPINIÓN

¿Van a quedarse sin trabajo los trasplantadores?

Rafael Matesanz
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JORGE PARÍS
Rafael Matesanz

El ajolote es un anfibio mexicano con una extraordinaria peculiaridad: no solo es capaz de hacer crecer una pata o la cola cuando la pierde o se la amputan, sino también de reparar su corazón y otros órganos internos.

Esta capacidad regenerativa, insólita fuera del mundo de los insectos, atrae desde hace años la atención de científicos, como el español Juan Carlos Izpisua, del Salk Institute de la Jolla (California), que lo suele referir en sus conferencias para explicar la potencialidad de las células madre.

Si pudiéramos copiar del ajolote esta forma de regenerar un órgano enfermo, daríamos con la piedra filosofal que nos permitiría salvar corazones, riñones o cualquier otro órgano antes de que la enfermedad los destruya.

Ello tendría consecuencias incalculables en medicina; entre otras, hacer innecesarios un buen número de trasplantes, porque los enfermos se curarían antes de necesitarlos. Un bonito sueño hasta que el equipo de Izpisua publicó en Nature la curación en ratones de grandes heridas al regenerar múltiples capas de la piel.

Lo lograron inyectando en una herida abierta y profunda donde se han perdido muchas capas de la piel un cóctel para promover su regeneración integrado por cuatro factores de reprogramación. Estos factores transformaron las células inflamatorias propias de la herida en células madre de la piel que en 18 días consiguen cerrar la herida para después conectarse perfectamente a la piel circundante.

La fórmula mágica para 'convencer' a las células inflamatorias de que se conviertan en células madre y se pongan a regenerar la piel fue el resultado de cinco años de trabajo y más de 2.000 experimentos, combinando 86 factores de reprogramación diferentes hasta llegar a un cóctel de cuatro que consiguió el milagro.

Queda mucho para pasar del ratón al humano, pero de lograrlo, no solo eliminaría la necesidad de los trasplantes de piel en grandes quemados o diabéticos, sino que tendría grandes aplicaciones en cirugía plástica y estética eliminando las arrugas y otras lesiones. Después vendría la aplicación a órganos internos como el hígado o el riñón buscando su regeneración y evitando la necesidad de trasplantes.

¿Van a hacerlos innecesarios estos descubrimientos? Desde luego no en un futuro próximo y si se consigue aplicar en clínica, lo probable es que disminuyan las necesidades en algunas enfermedades, pero no en todas, ya que siempre habrá procesos para los que este enfoque no resulte posible por su agresividad u otras razones.

En suma, los trasplantes no van a desaparecer ni los trasplantadores se van a tener que dedicar a otra cosa, pero es muy posible que en unos años cualquier parecido con la situación actual sea pura coincidencia.

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