RAFAEL MATESANZ. EXDIRECTOR DE LA ORGANIZACIÓN NACIONAL DE TRASPLANTES
OPINIÓN

Fortalezas y riesgos de nuestro sistema de trasplantes

Rafael Matesanz
Rafael Matesanz
JORGE PARÍS
Rafael Matesanz

Pocas o ninguna institución pública en España hay tan reconocida como la Organización Nacional de Trasplantes. Elemento aglutinador de los esfuerzos de la sanidad y la sociedad española, sin distinción de partidos ni barreras autonómicas, para un logro espléndido: cualquier español que ha necesitado para seguir viviendo de un trasplante de órganos a lo largo de los últimos 25 años ha sido el ciudadano del planeta que más posibilidades ha tenido de conseguirlo y además dentro de un sistema público, universal y sin discriminación positiva ni negativa. Los más de 100.000 españoles que han recibido un trasplante de órganos o el medio millón que lo han recibido de tejidos o médula son sus principales valedores y testigos de su enorme fortaleza.

Pero una de las preguntas recurrentes en los últimos tiempos ha sido indagar sobre cuáles son los riesgos potenciales que pueden poner en peligro el sistema a medio y largo plazo.

A lo largo de sus 28 años de existencia, hemos dedicado no pocos esfuerzos a mantener la ONT en un plano estrictamente técnico, independiente de las directrices políticas de los 15 ministros de ambos partidos mayoritarios de los que ha dependido. No ha sido fácil, pero con el tiempo y no pocos encontronazos hemos sido capaces de crear un cortafuego contra estas injerencias, que ha costado sangre, sudor y lágrimas y que de romperse podría producir una catástrofe. La situación actual de independencia debe mantenerse y respetarse.

En segundo lugar, están las tendencias centrífugas de las comunidades. Con los actuales responsables creo que este riesgo no existe, pero las cosas y las personas van cambiando. No son solo ni específicamente las comunidades con fuertes nacionalismos sino cualquiera de tamaño grande o bien un grupo de ellas que pudieran tener la tentación de autoorganizarse. Si no se entiende que se consigue mucho más en cantidad y en calidad cuando vamos todos juntos, que hasta la cuarta parte de los órganos que se trasplantan proceden de una comunidad distinta a donde se han donado y que todos saldrían perdiendo de crearse algún tipo de barreras, tendríamos un problema y serio.

Un tercer riesgo general es el de privatización de cualquier sector de los trasplantes hoy bajo control público. El intento perpetrado hace unos años, en el peor momento de la crisis, por una compañía alemana de operar en España privatizando de facto la donación de médula en nuestro país fue uno de los ataques más duros al sistema de trasplantes, con campañas de desprestigio a altos niveles y presiones incluso personales desde la Comisión Europea. Solo la acción unánime de partidos políticos y profesionales sanitarios consiguió frenar un envite que podría haber visto privatizado y en manos extranjeras una de las partes más sensibles del sistema, incluidos los datos genéticos de miles de españoles.

Ser referencia en el campo del trasplante conlleva el riesgo de que gente de fuera vengan a intentar un tráfico de órganos no infrecuente en sus países (dos intentos fallidos con un libanés y un serbio son el mejor ejemplo) o bien a entrar fraudulentamente en nuestras listas de espera como se vio hace un año con ciudadanos búlgaros con falsos contratos laborales. Es probablemente el mayor riesgo que tenemos de cara al futuro y sólo un cambio legal exigiendo un tiempo mínimo de residencia en España salvo casos de urgencia podrá frenar el peligro del turismo de trasplantes.

Finalmente existe un riesgo filosófico: considerar que está todo hecho y que la ONT marcha sola. Quien piense eso tiene un problema porque hay que estar continuamente innovando si se quiere seguir creciendo. La metáfora del ciclista que se cae si deja de pedalear es perfectamente aplicable. El sistema está muy bien enfilado y vamos a seguir creciendo, pero hay que trabajárselo.

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