Estimado ministro en funciones: No se preocupe, para lo que le queda en el convento no vengo a exigirle, pero sí le pediré que deje un recadito al siguiente al pasar la cartera. Tampoco vengo a pedir dinero público para la cultura, ya sé que tiene poco y prefiere dedicarlo a otros menesteres que aportan algo a la marca España.

Lo que sí quiero pedirle a su Ministerio es un poco de colaboración: laissez faire, laissez passer, como dirían nuestros vecinos, filosofía que su jefe aplica a los asuntos importantes y que vendría muy bien para dar un impulso a las industrias culturales, aunque sean minucias. Hoy vengo a pedirles que dejen de mandarnos con la música a otra parte, pues ya no tenemos dónde ir.

Es increíble o más bien indignante que en España sea más fácil poner una terraza en la que tomar cervezas a 5 euros en el centro que organizar un concierto gratuito al aire libre. Resulta incomprensible que haya menos exigencias para abrir un restaurante o una coctelería que una sala de música en directo. El talento no se puede subvencionar y la música es un ecosistema que florece hasta en las catacumbas pero ¿y los espectadores? Los ciudadanos tienen derecho a disfrutar de la cultura en el espacio público a precios asequibles o, llámeme loca, gratis. Las nuevas generaciones quieren incorporarse a la cultura y no les dejan (#queremosentrar está intentando que los menores puedan asistir a conciertos en toda España; en Madrid lo han conseguido). Está en sus manos facilitar el acceso, permitir que se celebren festivales, fomentar la música en la enseñanza. En definitiva, ponerle banda sonora a los nuevos tiempos.