PEPA BUENO. PERIODISTA.
OPINIÓN

¿Qué nos traerá el futuro?

Pepa Bueno.
Pepa Bueno.
JORGE PARÍS
Pepa Bueno.

Unos pocos años antes de que Hitler llegara al poder, Berlín era un lugar donde todo era posible. Lo dicen continuamente los personajes de la serie Babylon Berlín, una superproducción alemana que aspira a marcar un antes y un después en la forma de producir en Europa un género dominado por Estados Unidos con algunos incursiones exitosas de Reino Unido muy vinculadas a los años de gloria de la BBC. Es un drama policíaco con todos los ingredientes de una apuesta millonaria con gran despliegue de medios, una ambientación espléndida, actores impecables y una trama enhebrada con tensión de capítulo en capítulo.

Pero es sobre todo, un fresco de Alemania y Europa entre dos hecatombes, la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Y es un retrato impresionante de cómo un país  puede llegar al abismo desde la más absoluta inconsciencia. O sin aparente capacidad  para detener la catástrofe que acabó llegando en forma de elecciones en el año 1932 cuando el Partido Nacionalsocialista gana las elecciones y comienza la etapa más negra de la Alemania contemporánea.

Sólo cuatro o cinco años antes de esas elecciones , la serie muestra una ciudad muy viva y moderna donde conviven todas las contradicciones de un mundo en transformación: quedan en Berlín  nostálgicos del viejo imperio prusiano, asoma ya el primer dibujo de los nazis, los comunistas que acaban de hacerse con el poder en Rusia, los primeros disidentes de Stalin, anarquistas.

Una ciudad donde conviven todas las manifestaciones del arte, la música, el teatro, donde la prostitución se confunde con  libertad sexual  y las mujeres aspiran por primera vez a la autonomía personal -la protagonista consigue ser la primera mujer que trabaja en el departamento de homicidios de la policía pero tiene que sostener a toda su familia prostituyéndose por las noches- Una ciudad de lujo y miseria; todos comparten horas de cabaré bailando y bebiendo sin parar  -porque en Berlín todo es posible- , pero por la mañana unos marchan a confortables casas burguesas y  otras a insalubres agujeros donde viven hacinadas familias enteras : abuelos, padres, hijos y nietos. Y durante el día,  en la calle, se mezclan la represión policial de las manifestaciones de obreros y los trapicheos  -muchos de cuello blanco- de todo tipo de mafia y corrupción económica o sexual.

Sobrecoge pensar cómo el pasado que no acababa de morir y el futuro que no acababa de llegar produjo, en lugar de progreso, un monstruo como Hitler y el nazismo.  Y cómo crecía ante las narices de todos, con las señales de alarma parpadeando de forma evidente para los espectadores pero no para los protagonistas.

Y sobrecoge porque ahora los protagonistas somos nosotros, el mundo está en plena transformación y no sabemos  todavía si esa tensión alumbrará progreso o nos traerá un monstruo.

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