El procés, que debía culminar en la creación de un Estado catalán independiente, ha muerto. Ningún país ha reconocido la proclamación de independencia de la 'república catalana'. Todo lo contrario, la UE ha cerrado la puerta para siempre a futuras e hipotéticas declaraciones unilaterales de secesión de regiones europeas.
Lo relevante ahora es qué pasará el 21 de diciembre en las elecciones autonómicas. Por un lado, el bloque constitucional (PP, PSC-PSOE y Ciudadanos) ha superado sus luchas partidistas históricas ante la magnitud del órdago separatista y ahora busca, por primera vez con convicción, una mayoría de gobierno alternativa en Cataluña. Su mensaje es convivencia frente a fractura social. Cientos de miles de catalanes reafirmaron ayer en las calles de Barcelona su defensa del autogobierno catalán y la Constitución española. Dejaron claro al mundo que el destituido Puigdemont ya no representa al pueblo catalán.
Por otro lado, el secesionismo, duda qué hacer. Si se presentan a los comicios sería admitir la legalidad española y reconocer que su proclamación de independencia ha sido un fiasco. Si no se presentan, dejarán libre a los constitucionalistas el próximo Govern. La idea de ERC es presentarse y engullir al PDeCAT y a la CUP. La clave para decidir si gobierna Junqueras, según las encuestas, la tendrá la coalición de Ada Colau y Pablo Iglesias.
El procés ha muerto, el independentismo no, pero tendrá que acatar las leyes.
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