El precio del alquiler está disparado en muchas capitales de España, mientras que las estadísticas de compraventa tampoco dan demasiadas alegrías a quienes no son propietarios: el mercado sigue al alza, y –en muchos casos de compraventa– con fuertes subidas. La duda es si se superarán los umbrales de 2008 o no se llegará a ese nivel de precios.
La situación tiene alguna similitud con la primera década de este siglo, pero hay también notables diferencias. En ese momento, la subida era siempre generalizada. Ya fuese una buena vivienda en el barrio más caro de Madrid o Barcelona o un pequeño local en alguna de las provincias menos pobladas de España, cada mes el precio de compra era mayor. Estábamos en el boom y parecía que comprar ladrillo –da igual dónde y en qué condiciones estuviese– era una inversión que no podía fallar. Resulta que esa afirmación no era cierta y muchos españoles lo han pagado en primera persona.
La decisión de las instituciones de no intervenir de forma efectiva tras la llegada de plataformas como Airbnb ha hecho que incluso se haya duplicado el precio por alquilar algunas habitaciones. Este escenario lo sufren muchos jóvenes (y no tan jóvenes), que han visto cómo cada vez les piden más dinero por vivir en alquiler. Los sueldos precarios les impide en muchos casos comprar, por lo que siguen alquilando. Eso sí, han tenido que optar entre dedicar más parte de su sueldo a la vivienda o irse cada vez más lejos del centro. ¿La situación seguirá así con el nuevo gobierno? El PSOE ha prometido una nueva ley de vivienda, así que en poco tiempo tendrán que demostrar hasta dónde están dispuestos a llegar.
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