DIEGO G. MORENO. PERIODISTA
OPINIÓN

Los 'millennials' no tenemos la culpa

Diego G. Moreno
Diego G. Moreno
JORGE PARÍS
Diego G. Moreno

No pasa una semana sin que algún periodista, columnista o, simplemente, alguien que tiene un miedo atroz al cambio, vuelque su frustración sobre todos los males que afectan a la sociedad moderna en esta nueva generación a la que me ha tocado pertenecer y a la que han llamado millennial.

Que si somos egocéntricos, narcisistas, que queremos ir muy rápido, que solo nos preocupamos de la vanidad de las redes sociales o que no nos gusta trabajar. Esas son solo algunas de las perlas que nos regalan personas que, claramente, lo tuvieron bastante más fácil que nosotros.

Pertenezco a una generación cuyo trabajo no está asegurado por muchos títulos y experiencia a nuestra espalda que tengamos. Y si lo hay, será precario y con unas condiciones que distan mucho de las de nuestros predecesores. No hablemos ya de la independencia del núcleo familiar, un reto casi imposible teniendo en cuenta los salarios y los precios actuales -otra excusa más para que nos digan que "cada vez nos vamos más tarde"-.

Parece que tenemos la culpa de haber nacido en la era tecnológica y manejar con soltura unas herramientas que, evidentemente, a las generaciones previas les cuesta un poco más comprender. Pero tener una cuenta de Twitter no significa que no salgamos a la calle, participemos de la vida pública e incluso defendamos nuestros derechos como trabajadores y como sociedad.

Quizá a algunos “venerables” se les ha olvidado el poder que puede tener la gente unida –jóvenes, viejos, qué más da- ante los desmanes del poder, que no son pocos.

Para mi generación, desayunar con algún nuevo caso de corrupción es casi tan habitual como hacerse un selfie -enemigo mortal para cualquiera que peine canas-. Muchos de los que se han dedicado a meter la mano en la caja durante años o han utilizado artimañas fiscales para no contribuir con sus impuestos al Estado se sienten con la superioridad moral necesaria para criticar los que vienen detrás, de los que espero y deseo no cometan los mismos errores.

Creo que generalizar casi siempre da lugar a error, y tildar a los millennials de vagos y despreocupados por su entorno es criminalizar a jóvenes que pelean con uñas y dientes para tener tan solo la mitad de lo que han conseguido sus padres. No, no tenemos la culpa, por mucho que se empeñen.

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