MARIO GARCÉS. EX SECRETARIO DE ESTADO DE SERVICIOS SOCIALES E IGUALDAD
OPINIÓN

El orden y la furia

La escritora japonesa Marie Kondo.
La escritora japonesa Marie Kondo.
EFE
La escritora japonesa Marie Kondo.

Vivo sin vivir en mí desde que Marie Kondo ha llegado a nuestras vidas. A diferencia de la extática Teresa de Ávila, la japonesa ha venido a poner orden y disciplina estática en nuestras casas. Poseída por el demonio del almacenaje práctico y de la organización de espacios, este fenómeno de internet alecciona a todos los memos de la nueva humanidad sobre cómo aprovechar adecuadamente la superficie de las viviendas.

Entre memos y memes anda el juego, pues pensé que el nombre era seudónimo. Pues ni esas, que este país ha pasado en veinte años de la incontinencia de Mario Conde a la continencia de Marie Kondo.

Ignoro si la emérita en orden tiene algo que ver con nuestro país, porque al método lo ha bautizado 'Konmari', pues no en vano María Carmen y María son los nombres de mujer más comunes en España. Sorprende que no hayan salido raudas al paso las organizaciones al uso para rezongar que el orden solo parezca ser cosa de mujeres. Aprovecho, por tanto, para recomendar que el método se llame también 'Konmario' y así me doy por aludido, que falta me hace.

La mujer-antídoto de Diógenes habla con la ropa, aunque bien debería saber que hay ropa que recita monólogos de la tufarada que exhala. Miguel Hernández compuso su oda particular, cuando todo era desorden y desconcierto: «Ropas con su olor, / paños con su aroma. / Se alejó en su cuerpo, / me dejó en sus ropas». Y es que a nosotros no nos van a dar lecciones de olores.

Entre las soluciones de emergencia que ha pensado Marie Kondo para el tatami de nuestros sueños, solo permite que haya treinta libros en nuestras estanterías. A mí que me da que le sobran todos salvo el suyo y que los veintinueve restantes deben ser utilizados para apuntalar la mesa del comedor.

Tampoco extraña esta receta si nos hacemos eco de la noticia de que en Japón hay una librería donde solo se pone en venta un único libro cada mes, de modo que me ha faltado tiempo para pedir a mi editorial que traduzcan mi última obra al japonés y contacten de inmediato con el librero. Éxito asegurado de ventas.

Ahora entiendo que Iniesta juegue en Japón, porque es un hombre de orden. Y desconozco si tiene algo que ver con la brillante idea anunciada en las islas japonesas de permitir echar la siesta en las oficinas a los trabajadores para evitar 2.000 muertes al año. Intuyo que las siestas en Fuentealbilla son siestas de verdad, y lo demás, simulacros desde las antípodas. A sestear, pero siempre dispuestos y en formación, como el método exige.

Pues bien, reivindico para mí y para todos aquellos que como yo sienten placer en el desorden que evitemos aplicar el método. Que el orden nos hace iguales y no precisamente libres. Que prefiero la furia a la inanidad de las cosas. Que me rebelo contra la estética del minimalismo. Que mi casa no emite sonidos y que no voy a hacer esfuerzos en arrancarle una sola palabra, por mucho que Marie Kondo haya descubierto que las paredes hablan y de verdad.

Que dejen en paz mis libros, que son mi nación. Y que, puestos a elegir, me quedo con el bolso de Mary Poppins, donde cabe todo y no cabe nada.

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