IRENE LOZANO. ESCRITORA
OPINIÓN

Un viernes muy negro

Periodista, escritora y política.
Periodista, escritora y política.
JORGE PARÍS
Periodista, escritora y política.

¿Por qué tenemos la maldita manía de copiar lo peor? Hoy es el black Friday, un viernes de descuentos que dura cuatro días, aunque esto no sorprende porque la Semana Fantástica de El Corte Inglés venía durando una quincena. Este viernes negro empalma el lunes con el ciber Monday, momentazo del comercio electrónico. Después saldremos a la superficie, cogeremos un poco de aire, y nos volveremos a zambullir en las compras navideñas, que nos darán un respiro a primeros de año, para rápidamente lanzarnos a las rebajas de enero… La clave está en encadenarnos a la noria de las compras para que no nos dé mucho tiempo a pensar entre una y otra adquisición. Si es más barato, está bien. Si es más barato, lo compro ahora y me lo ahorro. De manera que nunca nos hagamos la pregunta esencial: ¿realmente quiero ese objeto?

Si Epicuro se asomara a la Gran Vía esta tarde, pensaría que nos hemos vuelto locos. Él, que tanto se preocupó de la felicidad humana, llegó a la conclusión de que el secreto no consiste en tener más, sino menos. Sobre todo, menos deseos. Sin embargo, el consumo –y diría que el sistema económico en que vivimos– se basa en que pensemos, primero, que nuestros deseos salen auténticamente de nosotros; segundo, que satisfaciendo un deseo más seremos un tanto más felices. Es al revés: teniendo un deseo menos disfrutaremos más de la vida. Pero para eso hay que levantar la cabeza del calendario.

Con todo, lo más irritante es que en la tradición norteamericana, este black Friday está vinculado al Día de Acción de Gracias, que se celebra la víspera. Primero se agradece –la cosecha, antaño; el bonus, ahora–. Y luego se gasta –la una o el otro–. Mira tú por dónde, aquí el agradecimiento nos lo hemos saltado; nosotros directamente a la bulla. Los americanos se comen un pavo en Thanksgiving con familiares o amigos para pensar un rato en aquello por lo que vale la pena estar agradecido. Mi yo sarcástico me sugiere a diario gritar o salir corriendo, mientras mi yo optimista me da motivos para celebrar. La verdad es que cada vez agradezco más el pánico que da simplemente vivir. O como lo cantó Mercedes Sosa: "Gracias a la vida, que me ha dado tanto: me ha dado la risa y me ha dado el llanto". No nos contamos ni entre los países más agradecidos –la India, los Emiratos Árabes y Sudáfrica– ni tampoco entre los menos, como Dinamarca, o sea que la fiesta podría funcionar. Además tenemos ya la canción, y si le ponemos jamón ibérico enseguida parecería propia. Hay que intentarlo antes de quedar reducidos a ‘homo comercialis’.

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